Elconocido y comprador resquebrajar de los leños ofrecían una
agradable sensación al encargado del asadito de aquel fin de semana.
Allí en su rincón ocupado en sus quehaceres, luchaba contra las
llamas altas que le arrebatarían el pollito adobado con cariño y
amor por la dueña de casa. Siempre él se ocupaba de la misión. Ya
era costumbre, el asado lo hacia°el extranjero°. Así le había
quedado el apodo, desde que hace años, no recordaba cuantos, por
primera vez apareció en uno de los acostumbrados asados del último
sábado del mes. Tradición que se cumplía, contra viento y marea,
por las cuatro parejas amigas.
Aquelfin de semana quedaría grabado en su mente por mucho tiempo. Empezó
como un día más, otro comienzo de un sábado, el último del
mes.
Como
era habitual se levantó tempranito. Esa costumbre le venía de su
lejana niñez, lejos de aquí. Allí en la distante
Bosnia.
Depronto, al acordarse de su tierra natal, le aparecieron pasajes de
aquellos tristes días. Las corridas, los asaltos y los heridos. Sus
ojos se humedecieron. Vio las caras de sus padres, especialmente la
de su madre que le gritaba desesperada, que se vaya, que corra, que
se escape! Y él hizo caso. Quiso ayudarles, pero ella gritó aún
más, casi sin fuerzas ¡¡¡ escapáte, escapáte!!!Los abandonó y
hecho a correr. Corrió y corrió.
Yaera de noche. Lloviznaba. El cansancio lo obligó a pensar en un
descanso.
Alcostado del río había unos árboles inmensos, le pareció estupendo
el lugar. Encontró entre ellos unas ramas caídas, y con unos
pedazos de lona que sacó del río, se construyó un buen techo para
pasar la noche.
Cuandodespertó, el sol ya se le había madrugado. Le dolían las piernas.
Uno de los zapatos tenía un agujero en un costado, lo tapó con un
pedazo de la lona del techo. De allí los recuerdos se
esfumaron.
Tratóde recordar más, pero resultó inútil. Lo que si recordó fue el
llegar al puerto de este país, que le ofreció amparo, en el barco
que lo trajo desde la lejana Europa; después de recibir el salario
por el trabajo de peón de cubierta, empezó a caminar por el muelle,
enfilando hacia las casuchas debajo de las inmensas grúas. Allí
estaban, según le informaron, los que daban trabajo en el
puerto.
Lacola de necesitados era larga. Recordó también que escuchó
infinidades de idiomas raros y gente aun más. Cuando llegó su turno
no entendió lo que le decían o preguntaban quizás.
Porsuerte uno de los encargados, así lo entendió aparentemente por las
ropas que vestía, traje y corbata, interrumpió el inútil
interrogatorio y tomándolo de un brazo le indicó seguirlo.
Entróen una oficina en la parte trasera, y él detrás. Se le ofreció un
vaso de agua, y siempre con ademanes, lo invitó a sentarse. Por las
muecas, movimientos y palabras inentendibles, quiso comprender lo que
el patrón pedía… su pasaporte rojo, el mismo que tanto le costó
conseguirlo.
Mirandola foto y comparándola con su cara, anotó en un papel algunas
palabras y lo guardó en una carpeta. Escribió algo en otro papel,
se lo entregó y siempre con ademanes le indicó donde
dirigirse.
Trabajóallí, en el puerto, más de un año. El trabajo era pesado,
inclusive para un joven fortachón. La paga le alcanzaba para comer,
comprar algunas ropas, y con esfuerzos ahorrarse unos pesitos que los
guardaba como si fueran oro.
Unmediodía, cuando estaba en la hora del descanso, apareció el
patrón. Ese que lo había ayudado en el día de su desembarco.
-¿Comoanda mi muchacho? Preguntó sonriente.
-Yomuy
bien – alcanzó a balbucear en un castellano mediocre-Gracias, señor.
-Comohe visto que la mayoría de ustedes casi siempre comen asado, ¿me
imaginó que ya aprendiste como hacerlo, verdad? consultó el patrón
y esperaba respuesta.
-¿Asado?¿Yo? ¡Seguro! ¡Claro! – se apresuró a contestar con tal de quedar
bien con el que manda.
-Bueno,bueno, así lo esperaba – continuó explicándose el patrón. –Mañana
sábado te me estás listo a eso de las nueve, pues te vendré a
buscar. Iremos a mi casa y te ocuparás del asado para el mediodía.
A la tarde te devolveré al puerto, ¿De acuerdo?- preguntó medio
dudoso.
-¿Mañana?¿A las 9?- Lo pensó rápido y sin titubear contestó – ¡Aquí lo
espero, patroncito!
-Ah!quedáte tranquilo, unos pesos te vas a ligar aparte del almuerzo,
já, já-
Ycon la sonrisa en la boca lo dejó ahí plantado. Recordó, como si
el día anterior hubiera sido, ese primer sábado que tanto lo espero
la noche anterior.
Entrela barra de los asaditos era °el extranjero°, pero desde el
primer momento
cayó bien, lo trataron como uno más del grupo, lo hacían sentir
como uno de ellos, en aquel mundo, que aun, ya aclimatado, era muy
distinto al suyo.
Todoempezó y terminó aquel día, cuando llegó con su camioneta al
barrio donde vivía.
Enla puerta de conventillo había estacionado un taxi con gente sentada
dentro. La presencia del taxi en el barrio de por sí era algo
llamativo y raro, pues no acostumbraban los vecinos darse esos
lujos.
Alacercarse a la entrada, bajó del coche un señor muy bien vestido,
con sombrero y todo, le preguntó y en su idioma…
-¿Disculpe,su nombre es Putter Smilcht?
-Sí,por supuesto – respondió lleno de asombro -¿Quién pregunta ?¿Y
usted… quién es?
Elhombre no contestó. Se acercó, abrió sus brazos otorgándole un
abrazo caluroso y fraternal, que lo dejó casi sin aliento.
Laslágrimas brotaron de sus ojos, le resultó difícil pronunciar
palabra alguna. Nuestro°extranjero°esta vez con nerviosismo
exclamó:
-¿Quiénes usted?
Elextraño hizo unas señas y las otras dos personas sentadas en el
taxi bajaron y se pararon frente al asombrado dueño de casa.
Eraun señor entrado en años, al igual que el primero, y una
jovenzuela. Saludaron también en el idioma tan conocido.
-Putter-Le dijo el extraño: -¿No me reconoces? Claro es lógico…
¡pasaron
tantos años! Soy tu hermano, el único que sobrevivió, soy
Slavit… ¿No me conoces?
Nolo podía creer ¿Su hermano? Todos esos años creyó que quedó sólo
en el mundo, en este mundo tan perverso.
Nuevamentese confundieron en otro abrazo, pero esta vez fue el extranjero
quien los abrazó.
Yano sería más el °extranjero°, desde aquel momento volvería a ser
¡PUTTER!
°°°°°°°°°°°°°°°
*Imagen
de la WEB
*REGISTRADO/BROMBETO
OPINIONES Y COMENTARIOS