ANSIEDAD, VIEJA AMIGA (FINAL)

ANSIEDAD, VIEJA AMIGA (FINAL)

Mar Mioni

21/05/2025

¿Alguna vez has tenido la sensación de querer escapar de tu propia piel? Yo si, y la llamo Ansiedad.

Desde mi celda observo vacas rumiando, igual que lo hacen mis pensamientos en este instante: los devoro, regurgito y vuelvo a masticarlos sin quedar nunca satisfecha con el resultado. Llueven meteoritos en mi cabeza, si te asomas a través de mis pupilas verás destellos de fuego disparados en todas las direcciones, mi cerebro es una fiesta de fuegos artificiales. Sobrepienso.

Confieso que no se está tan mal en este lugar, es pequeño pero iluminado; ella me ha traído hasta aquí a pasar una temporada juntas como ya es costumbre. Hace unos días logró colarse de nuevo por mis venas y alcanzar el corazón y mi cabeza. Me raptó y me trajo aquí, a esta diminuta celda en lo alto de un castillo donde hace mucho frío.

He comido poco, porque tengo miedo a ganar peso; me he movido poco, porque tengo miedo a lastimarme; he hablado poco, porque tengo miedo a equivocarme. Permanezco sentada en el catre, a veces asomándome por la ventana desde donde veo vacas pastando. Hay flores, hay sol, hay gente y perros corriendo.

Rechina la puerta y se abre, volteo y entra ella con una copa de vino en la mano; se sienta a mi lado en el catre, encima de una cobija que es muy áspera y que no calienta nada.

-“Hace un lindo día”, me dice mientras toma un sorbo de su copa y mira hacia el cielo despreocupada.

-“Ajá”, respondo con desgano y mirando al piso, y continúo diciendo: “Te puedo preguntar ¿por qué insistes? ¿por qué me persigues y me mantienes presa?.

-“Yo no instisto” responde “eres tú quien me invoca, yo simplemente atiendo a tus llamados”.

-“¿De qué hablas?”, replico enojada, “desde que recuerdo estás en mis pesadillas, me secuestras por largas temporadas para luego liberarme cuando estoy casi al borde de la muerte; esperas a que me recupere y regresas por mi, en un ciclo interminable”.

-“Yo no vuelvo, tú me invocas, al parecer tienes apego tóxico conmigo, y no te culpo, estoy de moda hoy en día”.

-“¿De qué hablas?”, replico, “¿crees que si pudiera no me libraría de ti y saldría corriendo?”.

-“Hazlo”.

-“¿Qué?”.

-“Que lo hagas” me dice tranquilamente mientras toma otro sorbo de su tinto.

La miro fijamente tratando de descubrir qué oculta, estoy desconcertada, mis piernas tiemblan, podría ser una trampa.

-“Dame las llaves entonces”, le pido.

-“No hay llaves” me dice, “siempre estuvo abierto, todo el tiempo has podido decidir si te vas o te quedas, y la mayoría de las veces decides quedarte y me pides que te abrace, porque eres adicta a mi, porque cuando no estoy contigo te sientes muerta en vida, porque no has sido capaz de sentir algo diferente que no sea a mi, porque hasta cuando te permites amar ya imaginas el momento en que se irán y te abandonarán, y es cuando me llamas otra vez”

Siento un hoyo en el estómago, no esperaba esa respuesta, esperaba una batalla como antes, cuando ella me perseguía y yo huia perdiéndome entre diferentes laberintos. Veo la puerta, la abro lentamente, es verdad, no hay candados ni aquí ni afuera, puedo bajar las escaleras y unirme al grupo de vacas pastando, personas y perros corriendo. Estoy siendo liberada.

Y entonces siento miedo, dudo, creo que voy a extrañarla.

-“¿Para qué existes entonces?” le pregunto.

-“No existo, tú decides darme forma, color, nombre y hasta voz, tú me creas y me destruyes, tú tienes el poder, siempre lo has tenido, pero es más fácil bajar la cabeza y sentir que alguien más te puso la soga al cuello, es más fácil culpar a otros”

Sacudo la cabeza, nada tiene sentido, me habían dicho que Ansiedad era un ente externo que se apodera de tu mente para regalarte visiones horribles y pesadillas que te despiertan sudando a media noche. No me habían hablado de que podría ser una creación mía, que está hecha de una materia aleatoria que puedo invocar o desaparecer a voluntad.

-“Entonces, ¿he sido esclava de mi misma?” reflexiono en un susurro hablándole a la nada, “¿he estado peleando con humo, hablando con paredes, elevando muros imaginarios?”, me angustio sobremanera y grito llevándome las manos a la boca: ¡Por favor! ¡he perdido tanto!” Vomito.

La busco por la celda pero se ha desvanecido, dejándome sola con mi vómito. Veo la puerta y quiero salir pero mis piernas no se mueven, ahora lo entiendo todo: la costumbre es fuerte. Me abrazo a mi misma porque hace frío, y voy a enroscarme en una esquina sobre el piso, descubro que aún siendo libre no me atrevo a moverme, estoy entumida. Temo que este espacio asqueroso se ha vuelto mi nueva zona de confort.

Así que de esto se trata: de adicción, de apego tóxico, de ganas de huir y quedarte al mismo tiempo, de culpar a otros cuando en realidad yo he ido creando esta realidad durante años: puras celdas apestosas. Lloro hasta quedarme dormida.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero un rayo de sol me despierta y siento menos miedo, y hambre también, es eso lo que me obliga a salir; veo de nuevo vacas pastando, y gente y perros, quiero ir con ellos a pedirles un poco de pan, pero huelo terrible, doy asco, necesito asearme.

A mis espaldas, más allá de los árboles distingo un arroyo cristalino, voy hacia allá y me oculto entre los matorrales, me despojo de la bata blanca y roída que se parece tanto a las del psiquiátrico; dejo que el sol caliente mis huesos, me sumerjo por completo en el arroyo y dejo que el agua me lave y luego me saque a flote. Floto de espaldas, veo ramas y nubes. Confío. Así que de esto se trata también, al parecer, la vida se trata de decisiones.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS