Llegué a Ámsterdam en el último vuelo del día. Cuando le dije la dirección al taxista, puso cara rara. No lo conozco, me dijo. Después de media hora dando vueltas, al fin llegamos al Hotel.
Estaba todo bastante descuidado. Me acerqué a recepción para ver si salía alguien. Una chica bajó las escaleras y pasó por detrás de mí. Perdona, la dije, ¿sabes si hay alguien?
Me miró y sonrió, pero no me dijo nada y siguió su camino escaleras abajo.
Revisé el móvil, para ver de nuevo la reserva. Tenía un mensaje nuevo, era del propio Hotel. “Buenos días, bienvenido al Hotel puedes recoger la llave en recepción, tu habitación es la 167. Esperamos que tenga una estancia maravillosa.”
No soportaba ni un día más en la Notaría, que se metan mi puesto de oficial por el culo. Necesitaba cambiar de aires y empezar de cero una nueva vida en otro lugar. Vender el coche fue lo que me permitió comprar los billetes de avión y reservar unos días de Hotel. Lo de Ámsterdam era porque los vuelos son baratos y aquí hay Coffe shop, que en un momento dado…
Una señora mayor se asomó detrás del mostrador y señaló un bol donde estaba la llave con el número 167.
Jongeman, op de eerste verdieping
(Joven, en el primer piso)
Y me indicó que fuera hacia la escalera con la mirada. Cuando llegué a la puerta, me mosqueó que la cerradura parecía que había sido forzada y la pared estaba agrietada.
No más clientes, no más Notarios, no más escrituras, me sentía liberado de protocolos y asientos, de poderes y testamentarias. Ya no tendría que aguantar la mala educación ni las prisas de la gente.
Apareció la chica por el pasillo, llevaba un barreño con ropa y se metió en otra habitación al fondo del pasillo.
Era la primera noche y no podía dormir, un ruido al fondo del pasillo me lo impedía. Era como un golpeteo constante.
Estaba encima de aquella chica, con el condón puesto cuando de repente llamaron a la puerta. Me puse nervioso y me levanté corriendo. Me subí los pantalones sin quitarme el condón.
Cuando abrí la puerta no había nadie, miré a un lado y a otro y allí no había nadie, no sé cómo pudo sonar el timbre. Y desde aquel día llevo puesto el condón.
Poco a poco en la puerta de la habitación se fue creando una estructura de plástico flexible, con una rama vertical y otra rama horizontal en forma de T.
Un día, cuando baje y estaba a punto de salir por la puerta del Hotel. Recordé que no iba a volver hasta tarde, porque tenía partida de bolos, y se me había olvidado avisarla. Así que me asomé a recepción y le pedí a la señora que por favor avisara a mi compañera de planta.
La señora se me quedó mirando con extrañeza, me dijo
Maar als u op dit moment de enige gast bent die in het hotel verblijft
(Pero si usted es el único huésped alojado ahora mismo en el Hotel)
Cuando fui a entrar en la habitación me quedé enganchado con la rama vertical de la puerta. Había un alambre de cobre que me impedía el paso.
Me quedé un rato colgado del alambre, a escasos centímetros del suelo. No podía desengancharme, comencé a balancearme hacia delante y hacia atrás. Empecé a chocarme con el marco de la puerta. En un golpeteo constante. De pronto, por el pasillo pasó un joven justo por detrás de mí. Llevaba un condón puesto. Se metió en una habitación al fondo del pasillo.
Tienes que hacer varias copias simples, una para cada hermano. Prepara la escritura de donación. En la sala grande te están esperando.
Cuando me liberé del cobre, me acerqué a la habitación donde se había metido aquel joven. 167 ponía en la puerta.
Llamé a la puerta. Y esperé.
Estaba todo bastante descuidado. Me acerqué a recepción para ver si salía alguien. Una chica bajó las escaleras y pasó por detrás de mí. Perdona, la dije, ¿sabes si hay alguien?
Me miró y sonrió, pero no me dijo nada y siguió su camino escaleras abajo.
Estaba encima de aquella chica, con el condón puesto cuando de repente llamaron a la puerta. Me puse nervioso y me levanté corriendo. Me subí los pantalones sin quitarme el condón.
Cuando abrí la puerta no había nadie, miré a un lado y a otro y allí no había nadie, no sé cómo pudo sonar el timbre.
Y desde aquel día llevo puesto el condón.
OPINIONES Y COMENTARIOS