Quiero compartirles un poco cómo entiendo y experimento las relaciones, y lo que intento construir desde mi lugar.
Con el tiempo he aprendido que cuidar un vínculo no se trata de imponer ni prohibir, sino de elegir conscientemente cómo quiero relacionarme. Para mí, estar en pareja implica ciertos cambios, no por obligación, sino por coherencia con lo que valoro.
Las amistades siguen siendo importantes, por supuesto. Pero creo que cuando decides construir algo especial con alguien, eso se refleja en tus actos. Por ejemplo, si antes solía hacer ciertos planes con amigas, es probable que eso se transforme. No porque la amistad pierda valor, sino porque quiero cuidar el espacio que estoy abriendo con otra persona.
Desde la psicología se habla mucho del equilibrio en los vínculos, del cuidado mutuo y de la claridad emocional. Yo, sin ser perfecto, intento vivirlo con empatía. Con los demás, pero también conmigo mismo.
No se trata de dejar de ser quien uno es, sino de vivir con responsabilidad afectiva.
Y algo más, desde la honestidad: cuando actúo así, dándole su lugar a quien está conmigo, es porque esa persona se lo ha ganado. No lo hago para que me imiten ni para imponer una forma de ser, sino porque nace de mí. Ya viví lo que tenía que vivir y ahora solo quiero paz, amor bonito y estabilidad.
A veces, cuando uno actúa desde ese lugar (sin presión, pero con claridad) también inspira. A veces uno educa desde el ejemplo, no desde la exigencia. Aunque también es cierto que, por más amor que pongas, hay ocasiones en las que sembrar en ciertas tierras no da fruto… y así es la vida: no siempre se coincide, incluso si el paisaje es hermoso.
Sé que no todos lo ven igual, y está bien. Pero también es importante poder expresar lo que uno cree sin sentirse mal por ello. Para mí, una relación sana implica presencia, respeto, coherencia… y, sobre todo, fe. Me es fundamental que la persona que camine a mi lado tenga temor de Dios, porque creo que eso da dirección, propósito y una base firme para todo lo demás.
Si puedo integrar a las personas que aprecio, lo hago desde la transparencia, no desde el miedo.
No comparto esto para convencer a nadie, sino porque creo que es bonito hablar desde el alma, sin máscaras. Y porque cuando uno se valora, aprende a poner en palabras lo que siente… sin ruido, sin defensas, y respetando también lo que el otro piensa.
A veces lo más valioso no es pensar igual, sino aprender a escucharnos con el corazón abierto.
Cuando decido darle un lugar especial a alguien en mi vida, no es porque me falte amor propio ni porque me olvide de mí mismo. Lo hago porque me valoro, y sé que amar bien es dar desde un lugar sano, libre y auténtico.
En una relación saludable no se trata de perderse ni de sacrificarse, sino de crear un espacio donde ambos puedan crecer y ser ellos mismos. Por eso, cuando hago algo para que alguien se sienta especial, no espero nada a cambio. El cariño verdadero nace de la libertad, no de la obligación.
La verdad es que ya viví muchas cosas con amigos y personas cercanas… Hoy, deseo algo diferente: tranquilidad, amor real y esa conexión profunda que solo el amor genuino (y guiado por Dios) puede dar.
Aquí estoy, sin prisas, pero con ganas de vivir algo bonito, cuando Dios decida, y que sea verdadero, genuino, donde pueda tener el lugar de Esposo y ella sea mi corona., bajo la bendición de Dios e Incluso, lo digo con el corazón:
Mi sueño es casarme.
Lo que siento en el alma….
OPINIONES Y COMENTARIOS