Mi nombre es Camila, vivo con Sofía en un pequeño apartamento al sur de la  ciudad, y soy un gato, sí, un gato macho. Sofia decidió llamarme así ya que siempre ha querido tener una niña, pero ella nunca se casó, nunca tuvo novio y cuando su mamá quiso hacer algo lindo por ella para que tuviera algo de compañía, decidió regalarme.

Ya no la soporto, todos los días al volver del trabajo llega a llorar, que digo, está bien, todos tenemos problemas, pero me abraza y me llena de sus lagrimas y sus mocos. Siempre me compra de la comida de gato barata y me pone sus disfraces ridículos.Lo que más desearía en el mundo sería que se consiguiera un novio, o tal vez no, porque seguramente la terminarían y sería peor que ahora.

Llevo meses tratando de salir de aquí, pero cuando estoy afuera, una nostalgia inmensa me invade. No tendría el valor de abandonarla, es mi mejor amiga.

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