El comunicado de APP fue claro: nunca autorizaron a César Sandoval como ministro. Sin embargo, ahí estaba él, jurando el cargo con una sonrisa que no alcanzaba los ojos. En el MTC, los funcionarios susurraban: los documentos de designación llevaban firmas que nadie reconocía, y el expediente de Sandoval solo contenía hojas en blanco.
A medianoche, el chofer del ahora exministro Pérez Reyes apareció en una comisaría, balbuceando sobre un auto fantasma que lo obligó a desviarse. «El nuevo ministro ya estaba en el asiento trasero cuando recogí a Pérez Reyes», insistió. Las cámaras de seguridad mostraban el vehículo vacío.
Al amanecer, el despacho de Sandoval olía a tierra mojada. Sobre el escritorio, un informe final: «Perú necesita puentes, no ministros». Firmado en 1987, año en que un ingeniero llamado César Sandoval murió en el colapso de un viaducto. El teléfono sonó. Era APP, anunciando su verdadero nombramiento.
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