Cuando el problema es el dueño que ahoga su propia empresa

Cuando el problema es el dueño que ahoga su propia empresa

Daniel Sachi

13/05/2025

«Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, y en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos.» Heródoto.

¿Sabes qué tienen en común Blockbuster, BlackBerry y Kodak?

Que sus dueños o líderes fueron los principales obstáculos para su supervivencia.

No fue la competencia, ni la tecnología, ni el mercado.

Fueron ellos mismos, aferrados a su éxito pasado, incapaces de cambiar a tiempo.

Hoy hablaremos de un problema incómodo pero real: cuando el dueño de la empresa es el mayor freno para su crecimiento.

Y no porque sea malintencionado, sino porque su mentalidad, su ego o su miedo al cambio lo paralizan.

Vamos a destripar este fenómeno, con ejemplos, psicología empresarial y, sobre todo, soluciones prácticas.

Porque, al final, de nada sirve tener un equipo ágil, metodologías innovadoras y un mercado lleno de oportunidades si quien toma las decisiones vive en 1995.

«Aquí las cosas se hacen como yo digo»: El síndrome del fundador inquebrantable

Imagina esta escena:

– Gerente: «El mercado está pidiendo digitalización. Podríamos lanzar una app y reducir costos en puntos físicos.»

– Dueño: «No. Nosotros siempre hemos vendido en tienda. Lo digital es una moda.»

¿Te suena familiar?

Richard Foster, en Innovation: The Attacker’s Advantage habla de cuatro formas de enfrentar el cambio.

El dueño que frena su empresa suele caer en dos:

  1. 1. Rechazar el cambio: «Si antes funcionó, ¿por qué cambiar?» (Kodak, que inventó la cámara digital y la archivó por miedo a matar su negocio de rollos).
  2. 2. Dejarse llevar, pero sin compromiso: Implementa cambios a medias, sin convicción. Como esos comercios que «tienen Instagram» pero no responden mensajes.

El problema no es la falta de visión, sino el exceso de confianza en lo que ya funcionó.

Como dijo Eric Ries,

«El éxito es un pésimo profesor. Seduce a la gente inteligente y les hace creer que no pueden perder.»

¿Adaptarse o morir? Piaget y el dueño que no aprende

Jean Piaget, el psicólogo suizo, explicó que el aprendizaje se basa en tres procesos:

  1. 1. Asimilación (integrar nueva información dentro de lo que ya sabemos).
  2. 2. Acomodación (ajustar lo que sabemos para adaptarnos).
  3. 3. Equilibrio (encontrar un nuevo balance).

El dueño que frena su empresa se queda atascado en la asimilación.

Quiere que el mundo encaje en su modelo mental, en lugar de ajustar su modelo a la realidad.

Ejemplo clásico:

  • Un restaurante tradicional se niega a usar delivery porque «la comida debe disfrutarse en el local».
  • Resultado: pierde clientes frente a competidores que sí ofrecen envíos.

El cambio no es solo tecnológico, es mental.

Y ahí es donde muchos fundadores fallan.

«Yo lo hice todo solito»: El ego que sabotea el crecimiento

Javier Cruz, en Creatividad y Pensamiento Práctico, enumera las cualidades para liderar el cambio: curiosidad, apertura, compromiso.

Pero el dueño que frena su empresa suele carecer de:

  • Apertura a lo diferente: «Mi método es el correcto.»
  • Curiosidad insaciable: «Ya sé lo que necesito saber.»
  • Compromiso responsable: «Si algo sale mal, la culpa es del mercado/de los empleados/del gobierno.»

Caso real:

  • Un fabricante de muebles se niega a vender online porque «nadie compra muebles sin verlos».
  • Dos años después, sus ventas caen un 40% mientras sus competidores crecen con e-commerce.

El ego es un lujo que ninguna empresa puede permitirse.

Cómo saber si el problema es el dueño (y qué hacer)

Señales de alerta

  1. 1. Decisiones unilaterales: No consulta a su equipo, incluso en áreas que no domina.
  2. 2. Resistencia a datos: «Las estadísticas no importan, yo conozco mi negocio.»
  3. 3. Culpa a factores externos: «Los clientes ya no valoran calidad» (en lugar de preguntarse por qué prefieren la competencia).
  4. 4. Personaliza críticas: Si le dicen «este proceso no funciona«, lo toma como «me estás diciendo que yo no sirvo«.
  5. Externalizar la voz de alarma: Un consultor externo puede decir lo que el equipo no se atreve.
  6. Datos sobre opiniones: Usar métricas para mostrar tendencias.

Soluciones (sin tener que hacer un golpe de estado)

«El 70% de nuestras ventas potenciales piden envíos a domicilio.»

  • Pequeños experimentos: «Probemos el delivery solo los fines de semana y evaluamos.»
  • Terapia empresarial: Coaching para líderes.

A veces, necesitan escuchar «tu no eres tu empresa».

5 preguntas para evaluar si el dueño está ahogando la empresa

  1. 1. ¿Las decisiones se toman por intuición o con datos?

«Confío en mi olfato» vs. «Vamos a analizar las cifras

  1. 2. ¿Se rodea de gente que lo desafía o de mansos corderos»?

Si todos asienten, hay un problema.

  1. 3. ¿Cambia de opinión cuando la evidencia lo contradice?

O sigue insistiendo en que «el mercado se equivoca

  1. 4. ¿Invierte en aprender cosas nuevas?

O repite «en mis tiempos, esto no era necesario» o «¿me lo van a decir a mi que creé esta empresa?«

  1. 5. ¿Delega o micromaneja?

Si revisa hasta el color de los correos y la tipografía usada, es señal de control (y miedo).

Conclusión: ¿Salvar al dueño o salvar la empresa?

No se trata de demonizar al fundador.

Se trata de hacerle ver que su mayor legado no es mantener el control, sino asegurar que la empresa sobreviva sin él.

Como dijo Peter Drucker:

«La cultura se come a la estrategia en el desayuno.»

Y si la cultura es «aquí mando yo«, ninguna estrategia moderna podrá salvarlos.

¿Estás listo para cambiar… antes de que el cambio te obligue?

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