Prologo
Tras las consecuencias de la Tercera Guerra Mundial, el mapa demográfico del mundo cambió totalmente, de la misma forma que el balance del “poder”. De las viejas superpotencias del primer mundo tan solo quedan escombros, a modo de recuerdos de lo que alguna vez fueron.
El 75 % del mundo es infértil. La contaminación destruyó casi todos los ecosistemas, tanto terrestres como marinos. Probablemente este era el punto al cual el hombre siempre apunto subconscientemente… pero las armas de destrucción masiva le dieron una pequeña “ayuda”… una ayuda de unos cuantos cientos de años.
Sin embargo, no todo es desolación en el mundo. Unos caen y otros se erigen: es la ley natural de la vida. Los países de América Latina, considerados inferiores en cuanto a desarrollo, fueron los menos afectados por los daños tanto directos, como indirectos. Aquí se encuentra el 80 % de la poca tierra fértil que aún queda; la fauna y la flora aún se mantienen. Usando esto a su favor, estos países lograron impulsarse y, unos años más tarde, se solidificaron como las “Neo Potencias”.
A pesar de poseer la capacidad de tener ciudades sostenibles, la toxicidad esparcida por el mundo y las enfermedades (viejas y nuevas mutaciones) eran un problema grave.
En algunos países, lo que inició como trabajo conjunto de las personas —hombro con hombro, donde todos poseían los mismos derechos— mutó en la creación de castas, de escalas. No todos eran fuertes genéticamente… o eso querían creer, y en lugar de dejar que la naturaleza hiciera su trabajo natural, se decidió separar a las personas con mejores genes de aquellos que no. Un nuevo tipo de discriminación nació.
LA GENETICA
————————————————————————————————
Capitulo I. Lo que somos
La tarde estaba por morir y la puesta de sol lo delataba, un día más de trabajo, unas monedas más en el bolsillo. Ginn se secaba las últimas gotas de sudor de la jornada que resbalaban por su cara llena de polvo. Aquel trabajo en construcción, específicamente en la extracción de minerales, se ubicaba en una de las ciudades Epsilon, las cuales se encargaban de los trabajos relacionados al desgaste físico y eran el hogar de los ciudadanos ubicados en la parte más baja de la escala social. Estas personas se dedicaban a los trabajos de: extracción, recolección, cría de rebaño, cultivo, producción, limpieza y eliminación de desechos.
Ginn, a pesar de pertenecer a Delta1 y poder acceder a un trabajo superior, prefería el que tenía actualmente. Si bien la ley decía que ningún ciudadano podría aspirar a un trabajo superior al rango de su ciudad, no decía nada sobre realizar un trabajo en una ciudad de rango inferior.
—¡Hey, Ginn! ¡Espera! —dijo Bernard, apurando el paso hacia su compañero—. ¿Quieres que vayamos por algo de beber al bar? —añadió, caminando a su par.
—Hummm —respondió Ginn, moviendo la cabeza de forma negativa—. Debo ir a ver a Kassy para terminar de organizar bien las cosas de la boda… cada día que pasa se pone más ansiosa —sentenció con una expresión de aburrimiento.
—¡Ponle ganas, ella es muy sexy!
—No deberías hablar así de la novia de un amigo —respondió Ginn con una expresión de falsa molestia—. Debería darte unos buenos golpes —continuó, mientras hacía una pausa en su camino.
—¡Pues inténtalo! —vociferó Bernard, levantando su guardia con una gran mueca de burla.
—Vamos, muchachos, calma —interrumpió Emao, el supervisor, aplaudiendo mientras se acercaba a ellos—. Cualquier tipo de juego, fuera de la cantera, este es su lugar de trabajo —añadió, dándoles una palmada en la espalda a cada uno.
—¡Sí, señor! —respondió Bernard con una sonrisa—. Hasta mañana.
—Yo también paso a retirarme —dijo Ginn, intentando proseguir su camino. Sin embargo, Emao apoyó una mano en su hombro.
—Muchacho, sé que estás pronto a casarte y por eso no me cansaré de repetirte siempre lo mismo —susurró Emao como un padre a punto de dar una tierna reprimenda—: cambia de trabajo, puedes aspirar a algo mejor.
Ginn hizo un gesto de vacilación. Sabía que Emao decía la verdad, pero en la cantera le pagaban por producción, así que con esfuerzo podía ganar más que en un trabajo de enseñanza. El supervisor no se daba por vencido. Aquel muchacho de 20 años era realmente un terco. Se tomó unos segundos recordando que hace tres años un escuálido jovencito llegó a solicitar trabajo y, a pesar de sudar sangre los primeros meses, nunca se rindió. Emao esbozó una sonrisa entre sus rechonchas mejillas, dejando ver sus dientes ligeramente torcidos, para luego darle una nueva palmada y despedirse con un gesto de la mano. Aún debía llenar los reportes.
La noche abrazaba el cielo, marcando el camino a la luna que llegaba con su séquito de estrellas. A pesar de que Epsilon1 era considerada una de las ciudades con menor categoría, poseía lo que Ginn juzgaba el cielo más hermoso, al menos en comparación con su Delta. Una vez en su bicicleta eléctrica, Ginn empezó a calcular los tiempos, como cada día de trabajo: 15 min en llegar al túnel que conectara con Delta1, 2 min más en el túnel y 15 min más para llegar a casa de Kassy, quien para su fortuna vivía en las afueras de la ciudad y para su mala suerte, del lado contrario a su casa.
Una vez en ruta, Ginn se perdió en sus pensamientos diarios… pronto los haría realidad, se casaría con quien fuera su novia desde hace más de 4 años, tendrían 2 hijos, que lo recibirían con un abrazo mientras su linda esposa le daría un tierno beso. Dentro de algunos años, él ascendería al puesto de Emao (como este se lo hizo saber, si es que Ginn no cambiaba de trabajo como tantas veces le sugería) y así Kassy dejaría de trabajar como profesora para dedicarse totalmente a su familia. Aquellos pensamientos lo hacían sonreír y ayudaban a que el trayecto de regreso se sintiera más corto.
Cuando llegó al punto de control, dentro del túnel, pasó la revisión sin mayores problemas, mientras que la cara de seriedad de los guardias lo alejaba de sus pensamientos. Eran guardias de nivel Delta y, aun así, lo miraban con desprecio… como si ellos estuvieran muy por encima de él. Al menos, en esta ocasión, no se topó con algún Jefe de Beta asignado en ese horario. Realmente odiaba cómo los de Beta, “el top”, miraban a los demás. Una vez del otro lado del túnel, Ginn volvió a sumergirse en sus pensamientos.
Delta1 era una ciudad algo más “avanzada” que su Epsylon, contaba con dos centros médicos, una temperatura agradable y mayor iluminación. En el centro del plano urbano se encontraba la alcaldía, a unos minutos la estación de oficiales y luego los condominios. Los más cercanos al centro eran para las familias con mayor estatus, familias las cuales tenian una mayor probabilidad de dar origen a un “top” por generación. Los condominios y casas más alejadas del centro eran ocupadas por aquellas familias con los peores trabajos en el rango Delta y aquellas que daban origen, o no, a un “top” luego de varias generaciones.
Apenas escuchó el timbre de la entrada, César se dirigió a la puerta, pues sabía de quién se trataba. Como cada día a la misma hora, el novio de su hija aparecía. A diferencia de siempre, ella no se encontraba en casa, solo lo acompañaba su fiel esposa, quien, con una mirada y un gesto afirmativo de su cabeza, lo acompañó hacia la puerta.
- —Buenas noches, ¿se encuentra Kassy? —saludó Ginn como siempre; sin embargo, sentía que algo no estaba bien, las caras de los señores Naez reflejaban cierto pesar.
- —Hijo… —susurró Don César—. Ella no está… no volverá… —continuó con las frases cortadas, viendo la cara absorta de Ginn.
- —¿Qué… qué dice? —preguntó consternado el joven—. ¿Esto es una broma?
- —No lo es, Ginn —interrumpió la señora Naez—. Sé que ella no te lo comentó, pero hace unos días se presentó a un concurso… una familia bien posicionada de Beta buscaba desesperadamente una joven con un gen específico… Kassy fue la más apta…
- —¡Kassy! ¡Kassy! —gritó Ginn, intentando entrar en la casa, mientras Don César lo detenía como podía.
- —Ella no está aquí, ella se fue hace 10 minutos hacia Gamma… una vez que llegue al túnel no podrás seguirla —dijo, con voz condescendiente, el viejo mientras apoyaba su mano en el hombro de un cabizbajo Ginn—. Ella de… —intentó añadir algo, pero el joven retiró su hombro y, dando media vuelta, subió a su bicicleta—. Ella dejó esto para ti… —terminó de susurrar el viejo mientras sacaba una carta del bolsillo de su pantalón.
- —Pobre muchacho, pero fue lo mejor para nuestra hija… ella no merece pudrirse en esta ciudad. Ahora ella será una top —dijo la señora Naez mirando a su esposo, quien se limitó a responder con un movimiento afirmativo con la cabeza.

Ginn avanzaba como poseído por un rayo; si quería alcanzarla, solo había una forma de lograrlo: el camino detrás de los nuevos condominios… un camino accidentado a más no poder. Era un lugar donde los niños se reunían a jugar a las escondidas, pues lo irregular del sendero era perfecto para eso.
Calculando los tiempos, Ginn sabía que antes de salir por el túnel debían pasar por el centro médico que se ubicaba frente a la alcaldía… el único lugar que poseía la vacuna contra los virus que se encontraban en el aire de Gamma. Alguien de Delta se podía mover libremente hacia Epsylon y volver, pues al nacer su vacuna lo hacía invulnerable a los virus tanto de su ciudad como a los de Epsylon, pero a su vez nunca podría pasar a Gamma, pues sin la vacuna necesaria los virus lo matarían. Uno se podía alejar, pero nunca acercarse al núcleo de la sociedad.
Con el corazón latiendo a mil por hora y un sudor frío en la espalda, Ginn sorteaba los obstáculos de la mejor forma que podía. Sin embargo, a medio camino no vio una roca y cayó de cara al suelo. Se incorporó como pudo, y arrodillado un momento, golpeó su ensangrentada cabeza como queriendo despertar de una pesadilla. Resignado y ansioso, levantó su bicicleta y, limpiando la sangre de su cara, continuó su camino. Tras unos 20 minutos de trayecto y muchas caídas, Ginn logró llegar al único camino que conectaba hacia Gamma, cubierto de lodo y algunas manchas de sangre. Al fin pudo detenerse a respirar con calma por un momento, aunque decir calma sería exagerar. Se repetía que rescataría a Kassy y nadie podría forzarla a alejarse de él, como tantas veces ella se lo prometió. Luego de un rato, pensó que quienes tenían a Kassy ya habían pasado por allí y empezó a moverse hacia el túnel de conexión, pero no dio ni tres pasos cuando las luces de un auto negro lo hicieron volverse.
En una maniobra arriesgada, lanzó su bicicleta a la vía y se paró detrás de ella con determinación. El auto se detuvo a un par de metros y bajaron el conductor y el copiloto… las lunas polarizadas impedían ver quién más estaba dentro.
—Muchacho, quítate —dijo el copiloto con una voz ronca mientras se llevaba las manos a la cintura.
—¿Tienen a una chica en ese auto? —preguntó Ginn, apuntando con un dedo, mientras ambos hombres se miraban.
—Eso a ti no te interesa —respondió el chofer cruzando los brazos—. Muévete de una vez o lo vas a lamentar.
—¡¡Kassy!! —gritó Ginn corriendo hacia el auto, mientras aquellos hombres vestidos de negro le cerraban el paso—. ¡Déjenme pasar! ¡Kassy, soy Ginn, vine a rescatarteee! ¡Kaaa…! —Un golpe seco en su cara interrumpió sus gritos y lo mandó de espaldas al suelo.
—Cállate, mocoso —gritó uno, acercándose y pisándole la cabeza.
—Maldita rata —añadió el otro mientras le pisaba el estómago.
—¡Kassyyyyy! —lanzó un grito con las pocas fuerzas que le quedaban mientras era pisoteado sin piedad. De pronto, la puerta trasera del auto se abrió.
—Deténganse —dijo Ezequiel, un hombre de unos 30 años, bajando lentamente—. No lo maten.
—Como usted diga, señor Ezequiel —susurraron los matones, deteniéndose.
—Baja, Kassy —añadió Ezequiel—. Dile lo que debas decirle.
Kassy bajó del auto luciendo un hermoso vestido azul, un vestido que era imposible de fabricar en Delta. Levantando la basta, caminó lentamente hacia Ginn, mientras Ezequiel hacía un gesto con la mano a los guardaespaldas para que volvieran. Al ver esto, Ginn intentó incorporarse, pero solo logró quedar sentado en su sitio mientras ella lo miraba hacia abajo.
—Dime que esto es un error —dijo el adolorido muchacho, limpiando su rostro.
—No, no lo es —respondió Kassy con una expresión de lástima—. Sé que planeamos muchas cosas, un futuro… pero si puedo salir de este basurero llamado Delta, lo haré por el medio que sea.
—Kassy… —susurró Ginn con un nudo en la garganta—. Tú no dirías eso… ¿qué pasó… qué pasó contigo?
—Mira, Ginn —volvió a responder Kassy—. Tus objetivos y los míos son muy distintos, yo nunca me conformaría con vivir aquí —añadió con un tono severo.
—No… no te… reconozco… ¿quién eres? —preguntó Ginn con la voz entrecortada.
—¡Soy quien puedo ser! —gritó Kassy—. ¡Somos quienes podemos ser! Al menos siéntete feliz, entre todo lo malo y bajo de esta ciudad… tú eras lo menos malo, pero nada más que eso —añadió dando un pequeño paso hacia su desconcertado interlocutor, quien la miraba con los ojos abiertos como platos y cargados de lágrimas contenidas.
Un Ginn casi sin energía, por el esfuerzo de llegar y los golpes recibidos, empezó a agachar su cabeza lentamente mientras su mirada se perdía entre recuerdos, sueños y castillos de arena sobre las nubes. ¿Era verdad todo lo que ella decía? ¿Realmente siempre fue ese tipo de persona? Él no lo comprendía, pero al mismo tiempo, una parte de él quería pensar que quizás esto era lo mejor. Quizás él no la hubiera podido hacer completamente feliz… ¿quién quisiera vivir en Delta pudiendo elegir algo mejor? Mientras su mente batallaba entre verdades, negativas y afirmaciones, su cuerpo suavemente se dejaba llevar por el cansancio. Al notar esto, Kassy se acercó aún más a él e inclinándose un poco, posó su mano derecha en la barbilla de quien dijo querer tantas veces. Ginn se estremeció ante su tacto cálido, pero antes de que él pudiera decir algo, ella levantó su cara dejando que sus ojos se crucen por última vez. Luego de un par de segundos, ella se giró con una mirada impasible, caminó hacia el auto y subió, mientras un estupefacto Ginn la miraba con un par de lágrimas rodando por sus mejillas.
Ezequiel hizo un gesto a sus hombres, todos abordaron sin prestarle más atención al muchacho que en un fútil intento luchaba por ponerse de pie. Aquel auto negro avanzó hacia Ginn y pasó por su lado mientras él solo atinó a lanzar un grito ahogado… un grito que nadie escuchó.
OPINIONES Y COMENTARIOS