Se sentó a la mesa, estaba oscuro, como suelen estar los bares, oscuros y melancolicos, así como también vemos a quienes los visitan, vestidos de traje con tristeza.
El, un asiduo y silencioso visitante, pide que le sirvan un trago, a la misma mujer de siempre, sentado en la misma mesa de siempre, y quizás hasta le servirán en la mismo vaso de siempre.
Pero hoy es diferente, el trago más fuerte, las miradas con la mesera más esquivas, el sabor a tabaco del cigarro que nunca acababa, no lo satisfacía, ya estaba a disgusto consigo mismo, estaba incomodo allí y, estaba incomodo en la calle donde vivía, en su lugar de trabajo, en el cuartucho que habitaba, estába incómodo en esta vida.
Solo quería huir, ser libre, queria sentirse en paz, quería que su alma encontrará el consuelo fuera de sí, y buscando eso, lo logro, fue lo único que rompió la monotonía esa noche en su calle, rompió la monotonía del cuartucho que habitaba, del lugar donde trabajaba, además que el cañonazo en medio de la noche, rompió más que la monotonía de sus vecinos, rompió el silencio de un lugar lleno de cuartuchos de seres inconformes que también, quizás,quisieran huir y ser libres.
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