Treinta días hacia los treinta años.

Treinta días hacia los treinta años.

Beatriz Carrera

01/05/2025

¿Que significa vivir tres décadas? De las mil preguntas que me hago, esta es la más importante en responder, y solo me quedan treinta días. Siento una urgencia dentro de mí por tener tachada la interrogante, aunque no tengo la certeza de poder lograrlo. 

Diez años, veinte años, treinta años… Aun siendo yo siempre el personaje principal, parecen ser capítulos de libros diferentes, pero que comparten un final en común. Un final de confusión con expectativas a descartar y otras nuevas a sumar. 

En la narrativa cada vez aparecen menos personas, el camino se ha hecho un poco más solitario conforme avanza. Algunos personajes parecen ser solo transitorios, como mensajeros de respuestas y aprendizajes a incógnitas del pasado, y con unas cuantas dudas nuevas para el futuro. Algunos de ellos como soldados de guerra, que en su transcurso de la historia van dejando heridas y unos cuantos traumas por detrás. 

Pero cada vez me sobran más dedos de las manos para contar a aquellos que verdaderamente sí están. ESTAR no siempre recae en el plano físico. Algunos de los que ya partieron de la vida terrenal, se hacen aún más presentes que algunos de los que tenemos a la par. Trasciende en el tiempo, trasciende más allá de las fronteras, las dimensiones, y las vidas. ESTAR no siempre es exclusivo de quienes comparten la misma sangre. Como cuando dentro de tu misma familia puede habitar tu peor enemigo. Como cuando el significado de lealtad lo has aprendido aún más de los que en su momento eran solo desconocidos. Como cuando el verdadero significado del amor lo has aprendido cada vez que tomas la decisión diaria y constante de amar a la persona con quien eliges estar, a pesar de tener motivos para no hacerlo. 

Y aunque se supone que yo debería ser la autora de mi vida, por más que he intentado fallidamente escribir con permanente a alguno de ellos en el siguiente capítulo, existe un autor más grande que yo, quien parece haber tenido todo este tiempo ya un desenlace escrito para cada uno. ¿Siempre creí ser la arquitecta de mi destino, pero y si ya estaba construido desde antes yo nacer? ¿Acaso realmente tenemos el control de algo en nuestra vida? ¿Entonces qué sentido tiene cada vez que has perdido todas tus fuerzas peleando por hacer que se quede algo o alguien que ya no quiere estar?

En treinta días se repetirá esa misma fotografía alrededor del pastel, esta sería la vez número treinta. Veo cómo el número de velas ha ido multiplicándose, y el número de integrantes variando y disminuyendo. Pero hay algo más valioso que no se ve a simple vista en la fotografía, que es todo aquello que se veía a través del lente de mis ojos. La imagen mental de tener frente a mí el fuego de las velas, y alrededor de la mesa a todas esas personas con las que en mi vida más tiempo y amor he compartido. Cómo entre el ruido y la alegría, habito en un silencio acogedor, donde el tiempo parece moverse un poco más lento, en un presente al cual quisiera darle pausa y quedarme por siempre. Así que cierro los ojos y pido el mismo deseo, pero soplo cada vez con más fuerza. Los regalos se han vuelto menos importantes, porque he logrado reconocer que el regalo más valioso que puedes dar y recibir es el tiempo, es lo único que se entrega sin poder nunca recuperarse.

Esos han sido los momentos más felices de mi vida, cada treinta de mayo que sin importar que fuera lluvioso y a veces escandaloso, la atención y el cariño a mi alrededor era lo suficiente como para calmar momentáneamente cualquier emoción en mí. No es coincidencia que la lluvia me llena de nostalgia y me ayude a dormir, es como recordatorio de la calma dentro de la tormenta.

Crecer y romperse a veces se siente de la misma manera, o probablemente sean lo mismo. Este nuevo año se siente como un empezar de cero, donde hay mucho que descartar y soltar, sobre todo lo que quería ser y tener, y todo lo que creía saber hasta ahora. Pero no llegaré con las manos vacías, llevo algunas lecciones conmigo. Hay que aceptar que la única compañía que tengo asegurada es la que tengo conmigo misma. Talvez no siempre he amado correctamente, porque sigo aprendiendo a amarme a mí misma, o porque creía que el dolor era parte del amor.  La gratitud es el hábito más difícil de lograr, pero de los más necesarios para vivir en abundancia. La vida nunca será lineal, el conocimiento nunca será suficiente, y cada día es una oportunidad para aprender. Al final talvez la vida no se trata de ser feliz, sino de tener paz con uno mismo, y quizá ese sea el verdadero éxito.

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