Estoy cansado, agotado y veces pienso en rendirme. Todo seria mas fácil si las metas que tengo en mi cabeza se concretasen. Poder ser ese artista al que aspiro, o tener a una mujer inteligente y hermosa a mi lado, o mismo, ver en la tele la serie que quiero crear. Pero, ¿ Qué sentido tendría ver la película si ya se el final? Así fue, como me di cuenta de algo increíble.
Cuando uno comienza a navegar, nunca sabe cuando llegara a puerto, pero si debe saber cual es ese puerto. Muchos marineros quedan en el camino. Las tormentas suelen ser mas fuertes que sus barcos y por eso terminan hundiéndose. Otros deciden hacer paradas cortas y disfrutar de las mismas, sin preocupación de donde irán a paran. Pero hay un grupo de marineros que esas pequeñas paradas, son solo puntos estratégicos para llegar al verdadero puerto al que me gusta llamar, felicidad.
Estaba sentado en un bar, algo tenebroso y oscuro con olor a pescado. Mucha gente con atuendos raros y si te asomabas por la ventana, veías varios barcos a vela antiguos que apenas se iluminaban en esa noche nublada. Como siempre, estaba tomando whisky y pensando alguna nueva teoría para poder entender el infinito, y siempre caía en el mismo agujero.
“¿Te molesta si me siento?»
Voz roncas si las hay. Un señor que vestía como un pirata del caribe, sucio, ropas oscuras y olor peculiar. El hijo de su madre se tomo mi whisky y pidió 2 mas. Me miro fijo a los ojos con una sonrisa bastante cálida me dijo:
“Cuéntame joven ¿Hace cuanto navegas?”
“ 9 años señor…” – y le hacia señas con los ojos para que me diga su nombre
“ Haha, soy Diego, un placer”
“Joaquín, un gusto”
“ 9 años… pareces mas grande”
Por un momento me quede en silencio. Posta no había mentido. Me aventure al mar el 20 de marzo de 2016 y hoy es… faaa, ya es 21 de abril de 2025, si 9 años. Así de confundido lo mire y le tuve que contestar:
“Puede ser que este hecho mierda pero no me quemes Diego”
El se rio y justo nos traían los Whiskys. Chocamos vasos y comenzamos a hablar de varias aventuras, no solo del mar, sino de nuestras vidas en general. Me contó que tiene un hijo y que navega hace ya 24 años, lo cual me pareció sorprendente. Diego parecía un hombre de 50 mas o menos. Si su hijo hace 24 que esta en el mar, debía haber arrancado de muy joven seguro. Dentro de todo igual, era un personaje y se notaba que tenia mucha sabiduría.
Todo me cerro cuando me dijo lo siguiente:
“Luego de navegar 50 años, entendí que cada puerto al que llegas, te deja algo para el siguiente”
Un grande Don Diego. Después de la 4 medida, yo ya estaba medio medio y no se si entendí lo que me quiso decir en realidad, pero cuando dijo 50 años navegando… Creo que lo entendí. Diego se ve a él mismo como un barco que navega en el gran caos que es el mar. A veces uno quiere llegar a un puerto determinado, pero el mar puede hacerle jugar una mala pasada y lo obliga a frenar en otro. Ahí hice click y Diego lo notó ya que sin darme cuenta, tenia la cara de un borracho sorprendido que tenia el vaso vació…de nuevo.
“Voy a volver a hacerte la pregunta. ¿Hace cuanto navegas?”
Esta vez creo que voy a responder bien…
“27 años”
“Me parece mas creíble haha. Si me permites, me gustaría darte un consejo, como viejo capitán que soy»
“Por favor Diego, lo menos que puedo hacer es escucharlo. Te gastaste un aguinaldo en whisky y lo agradezco”
“Haha… No te apresures en llegar, concentrate en navegar. Si tu mapa marca el destino, llegaras. Lo lindo es poder mirar hacia atrás y ver lo recorrido. Tu tesoro no esta en la cruz.”
No me pregunten porque, pero me largue a llorar. De repente, todas sus metáforas se volvieron legibles y realistas. Y si…estoy cansado, agitado y a veces quiero rendirme, pero ¿no es eso lo que hace que mi destino valga la pena?. Al fin y al cabo… ¿Quien quiere ver una película solo por el final?

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