
A veces tengo la sensación de que mi alma ya no cabe en mi cuerpo; siento, como si en cualquier momento, fuera a explotar, porque ya no puede más, porque a veces no se complementan el uno con la otra; y es que en ocasiones, me noto el cuerpo demasiado cansado, aburrido, distraído, pesado, triste, sin ánimo; y mi alma lo nota, mi alma sabe que algo no va bien, siente que se está rompiendo y no puede ayudarlo; escucho un susurro desde lo más profundo, una voz que me dice: ¡Huye!, ¡Corre y no mires atrás!, ¡Abandona esa tristeza que te quiere atrapar!, ¡Abandona esa tristeza que te hace la vida cada día más dura!
Y se que no es problema ni culpa de nadie, solo mío, pero no puedo sola, se me agota la paciencia, me cuesta cada vez más fingir sonrisas.
Nadie es consciente de mis heridas, del precio que tengo que pagar por ellas; y tengo que ofrecer el «perdón» que a mi no me dieron; y tengo que ser la «buena persona» que no son conmigo; y tengo que mostrar la «calma» que a mi no me llega, la «honestidad» y el «respeto» que a mi se me niega; y tengo que ser yo la «templanza», en mitad de la tormenta.
Pero sigo aquí, sigo siendo valiente, testaruda, fuerte; sigo levantandome cada día, con más o menos ánimos, con más o menos sonrisas; pero sigo en pie, sigo mirando siempre hacia delante, porque aunque todo se vuelva oscuridad, vacío, y mi mente no sepa qué hacer, mi alma siempre está ahí para guiarme, porque de lo que no tengo dudas, es que mi alma es …
… imparable.
OPINIONES Y COMENTARIOS