Un día de olvido deambulando en medio de las tinieblas, escuchaba a lo lejos las quejas del silencio.

Con la mente turbada y la silueta engañosa teñida en el alma nos despedimos. Esa pausa divina me arrastra al desierto infecundo cubierto de

miseria. Y cuando los últimos despojos se los lleva el viento llega a mi alma vistiendo su traje de gala el caballero del tiempo. Blandiendo su espada nos ataca dándonos esa pasión por salir del abismo. Limpio de depresión y amargura nos cura la herida y me borra de la mente la desgracia. Hay el tiempo vestido de eternidad nos despierta y nos revive las neuronas chamuscadas dándonos ese brío en el rostro. Y después de la pausa volvemos a otro tiempo , tiempo de gloria y redención donde todo vuelve a tener color y el canto

de un pájaro hace que vuelvan a germinar los sueños.

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