La oscuridad envolvía la montaña, y el silencio solo era interrumpido por el canto lejano de la noche. Reproduzco audios antiguos todo el tiempo, de esos que no solo se guardan en el teléfono,sino también en la memoria.
Hay algo en ellos que me lleva directo a ti. Como si, por un instante, pudiera alcanzarte,imaginar tu presencia ahí, en lo invisible. Pero nada se compara con lo real. Con lo que estoy experimentando ahora.
Con lo que ocurre cuando tu cuerpo descansa junto al mío. Puedo hablarte, aunque no respondas,acariciarte, aunque estés dormido. Porque cuando la vida ofrece esta oportunidad,cerrar los ojos para dormir sería el mayor error de quien ama.
Sabiendo que, al amanecer,todo vuelve a lo cotidiano,a esa nueva normalidad donde ya no estás.
No sé a ciencia cierta si puedes oírme mientras duermes. No sé si alcanzas a sentir tantos besos y caricias que te doy cuando estás sumido en ese sueño profundo. Es entonces cuando la noche no asusta.
Porque hay noches que no duelen. Porque no faltas.Tu cuerpo sereno, liviano,recibe todo el amor que guardo durante años.
Principalmente el que no pude darte desde la última vez que te vi,hasta hoy. Y desde mañana,hasta que te vuelva a ver…
¡Si te vuelvo a ver!
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