Del murmullo al trueno.

Del murmullo al trueno.

joel bautista

04/04/2025

Esa canción comenzó como un eco perdido, una vibración casi imperceptible que atraviesa el ruido de la ciudad. Es solo un acorde, un susurro, pero al escucharla, algo en ti se estremece. No sabes de dónde viene, pero lo reconoces al instante, es una llamada. Como si alguien, o algo, te recordara lo que una vez fuiste.

Los primeros compases son suaves, como el roce del viento entre las hojas. La melodía brota de la tierra, de esas raíces que creías secas dentro de ti. El artista no canta, susurra, como si temiera asustar a esa parte de mi que empieza a despertar. Los instrumentos se entrelazan en un diálogo íntimo, un secreto que solo yo y la música compartmos.

Pero poco a poco, la corriente se hace más fuerte. La percusión late como un corazón que acelera, como pies que empiezan a correr sin un destino claro. La voz crece, las armonías se expanden, y de pronto ya no estás solo escuchando. Algo en tu pecho responde, como un animal que reconoce su nombre después de años de silencio.

Esta canción no te arrastra, no te obliga. Solo abre una puerta y te mira, esperando. Sigues aquí?, en lo conocido, o das el paso? Los sintetizadores se elevan, creando un puente entre dos mundos, el de las paredes que te protegen y el del cielo abierto que te llama. El estribillo no es un grito de guerra, sino una certeza tranquila, algo que siempre supiste pero habías olvidado.

Y entonces llega el remolino. La música estalla en colores, en capas que te envuelven como una tormenta. Ya no piensas, solo sientes. Estás corriendo, volando, vivo como no lo estabas desde hace años.

Pero justo cuando el éxtasis alcanza su cumbre, todo comienza a desvanecerse. El ritmo se apaga, la voz se convierte en un murmullo, las notas se funden con el atardecer. Y cuando el silencio vuelve, te das cuenta de que algo se ha movido dentro de ti. Que has terminado  un viaje, sentido algo profundo. No sabes qué, no puedes explicarlo. Pero la cancíon dejo una huella, como el eco de un acorde que seguira resonando en tu interior mucho después de que la musica haya parado. 

Solo queda el eco de esa melodía, resonando en tu sangre, recordándote que lo indómito nunca se fue. Solo estaba esperando a que lo llamaras.

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