Amar, es soltar. Es leer las frecuencias cuando no están alineadas y saber decir adiós a quién no vibra como tú. El amor es comprender, que puedes amar sin poseer y que decir adiós más que ser de cobardes es de ser valientes. Y es que ver la verdad y aceptarla es mucho más difícil que querer que las cosas sean como nosotros queremos. Se requiere coraje para cerrar puertas y esperar las mil oportunidades que la vida tiene para brindarte. Yo ya me quité la venda, y dejé de insistir en esos sitios donde me tenía que hacer pequeña. No he nacido para encogerme, tampoco me creo más grande que los demás. Pero sí sé cuánto merezco, cuan grande sueño, cuánta magia alberga mi alma. No me disfrazo de mediocridad. Soy pasión, valentía, fuerza y determinación. Capaz de poner tu universo’ patas arriba’ y capaz de irme cuando me intentan naufragar en los tuburbios de un mundo infrahumano. No nací para lo ordinario, ni para almas que no son capaces de luchar. Nací para brillar, más allá de cualquier oscuridad. Y es que mi luz no se apaga, ni cuando intentan que así sea. Se vuelve más fuerte, más intensa cuando cojo mis maletas y digo adiós. Más todo son aprendizajes y dejo mi rastro en las estrellas. Pues no soy perfecta, más sí soy pura. Un corazón con buenas intenciones que a veces aprende de quienes no las tuvieron.
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