Te pienso en cada sombra del tiempo,
como un eco que insiste en mi pecho.
Te extraño, aunque mis labios callen,
aunque núnca pensé sentir así.
Cuando miro el cielo, te busco,
imaginando que lo miras también.
Si tan solo fuera cierto,
sentirías mi alma junto a ti.
Digo tu nombre al viento,
pero se pierde, huérfano y solo,
como aquel susurro
que un día nos elevó al infinito.
Si supieras que cada amanecer
lo pido hermoso para ti,
que daría mi todo
por solo un instante de certeza.
Siempre intenté sanar tus sombras,
aunque tantas veces me fallaste también, y mi seguridad me hizo fuerte, porque esforcé el tibio pensamiento y lo hice hervir en calor.
Aún espero que un día levantes la mirada
y veas cuánto amor te envolvía.
Pero quizás solo es un sueño lúcido,
porque en tu lejanía
el amor ya no arde,
solo queda la brisa fría
de tu indiferencia.
Me pides certezas, pruebas,
pero todas hablan de tus miedos,
mientras yo solo quiero ser feliz contigo,
construir, caminar, hablar.
Dices que necesitas a otro,
y yo solo necesito que creas en mí.
Que veas que fui leal,
pero el amor no se intenta,
se siente, se vive, se entrega.
Si en tus brazos
ya no queda refugio, y al hacernos el amor ya no sientes la paz y la armonía que siento,
entonces el cielo
será la distancia final
de nuestra constelación.
OPINIONES Y COMENTARIOS