Se acercan como susurros, me tienen enclaustrada en un abismo tan ruidoso como el silencio, trato de escapar silenciando aquellas voces que escucho; por momentos lo logro,
pero regresan más fuertes que la gravedad; entre los gritos me escondo, con las súplicas me arropo, intentando alejarme de aquellos lamentos que me atan.
Mientras nado en mis lágrimas, mis pulmones se ahogan, mi corazón ya no responde, me pierdo en los recuerdos de una juventud que nunca existió, de una infancia que se apagó.
Abro mis ojos y me encuentro perdida entre emociones que no conozco.
De repente una luz se alcanza a ver muy lejos de donde estoy; es bonita me atrae hacia ella, como si fuese un imán, por mi mente comienzan a hablar voces diciendo que vaya, mientras que las súplicas de mi corazón son silenciadas, intento aferrarme a la vida pero mis fuerzas por fin declinan, arrastrándome a esa brillante luz que grita cada vez más fuerte mi nombre, al final caigo y todo se va, esos dolorosos recuerdos se desvanecen; mi pequeño motor se apaga y el dolor desaparece, pero esta vez al abrir a los ojos ya no estoy perdida, mi corazón yace seco, hundido en el eterno mar de lagrimas en que me ahogué con mi propia sangre.
OPINIONES Y COMENTARIOS