¿Cuándo me empezó a gustar esto?
Si hasta me siento fuera de contexto.
Pero todo cobra sentido si lo pienso,
porque mi mente es, tristemente, la de un obseso.

Intento alargar lo que aún siento,
pero pensarlo tanto es un tormento.
Se vuelve una tortura cuando mucho pienso,
si sigo así, acabaré muerto.

¿Y por qué mejor no lo inmortalizo?
Si la prosa puede encender lo extinto,
dejaré mis versos ardiendo en un crisol,
para que en sus llamas yo siga vivo.

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