El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. La playa estaba desierta, y el suave murmullo de las olas acariciaba la arena dorada. Janhekua caminaba descalza por la orilla, sintiendo el agua fresca rozar sus pies mientras el viento jugaba con su cabello pelirrojo y ondulado, que brillaba como fuego bajo la luz dorada. Sus ojos verdes destellaban con picardía cuando sintió la intensa mirada de Jacob recorriendo cada curva de su cuerpo. Sin poder resistir más, Jacob se acercó por detrás y deslizó sus manos por su cintura, atrayéndola hacia él. El calor de su pecho contra la espalda de Janhekua la hizo estremecer, y un gemido suave escapó de sus labios cuando él inclinó la cabeza para besarle el cuello, trazando un camino lento y ardiente con su boca. —¿Sabes lo que me provocas? —susurró él contra su piel, haciéndola estremecerse. Ella sonrió y se giró entre sus brazos, quedando frente a él. Sus manos viajaron desde el pecho de Jacob hasta sus hombros, arañando ligeramente mientras lo acercaba aún más. —¿Por qué no me lo demuestras? —contestó ella con voz ronca, desafiándolo con la mirada. Jacob no necesitó más invitación. Sus labios capturaron los de ella con una necesidad abrasadora, y sus lenguas se encontraron en una danza intensa y urgente. Janhekua jadeó al sentir las manos de él deslizarse por su espalda y bajar hasta sus caderas, apretándola contra su dureza que no podía disimular. El deseo los envolvía mientras se movían hacia la arena, sin dejar de besarse, hasta que Jacob la tumbó suavemente bajo él. Su piel ardía bajo las caricias cada vez más audaces de sus manos, mientras sus labios exploraban el contorno de su mandíbula, bajando por su cuello y continuando el recorrido por el valle de sus senos, apenas cubiertos por el bikini. Janhekua arqueó la espalda, dejando escapar un gemido cuando los dedos de Jacob comenzaron a deslizarse por su abdomen, dibujando círculos que la hacían temblar. Su boca bajó lentamente, dejando un rastro húmedo y cálido en su piel salada, mientras ella hundía los dedos en su cabello, pidiendo más (editado).Jacob sonrió contra su vientre antes de subir nuevamente, sus labios reclamando los de ella con una pasión casi salvaje. Sus manos se deslizaron bajo la tela del bikini, acariciando su cadera y apretándola con fuerza, provocando un jadeo entrecortado que se perdió entre sus bocas. El roce de sus cuerpos se volvía más urgente, más frenético, mientras Janhekua sentía cada centímetro de él presionándola. Sus piernas rodearon la cintura de Jacob, atrayéndolo hacia ella, provocando que él soltara un gruñido ronco que vibró contra su piel. Él deslizó una mano por su muslo, acariciando la piel suave y sensible, mientras su otra mano atrapaba la nuca de Janhekua, sosteniéndola firmemente en su lugar para besarla más profundo. —No tienes idea de cuánto te deseo —murmuró él contra sus labios, su voz grave y llena de anhelo. —Entonces demuéstramelo —respondió ella, deslizándose bajo él, sus uñas trazando líneas sutiles por su espalda, provocando que Jacob temblara de placer. El sonido de las olas rompiendo contra la orilla se mezclaba con los jadeos y susurros entrecortados, creando una atmósfera eléctrica y sensual. El calor de sus cuerpos se intensificaba al ritmo de sus caricias, mientras la arena bajo ellos se convertía en su lecho improvisado, testigo mudo de la pasión desbordada que los consumía. Jacob no dejó de besarla ni un segundo, devorando sus labios con deseo mientras sus manos continuaban explorando cada rincón de su piel. Janhekua lo sentía duro y palpitante contra su cadera, lo que hacía que el fuego en su interior ardiera aún más.Jacob no podía contenerse más. Con un movimiento lento y decidido, deslizó la tela del bikini hacia un lado, exponiendo la piel cálida y húmeda de Janhekua. Sus dedos trazaron un camino delicado por su entrepierna, arrancándole un gemido que vibró en su pecho. La respiración de ambos se volvió más pesada, más urgente, mientras él se inclinaba para besarla nuevamente, profundizando el contacto con una intensidad feroz. Janhekua arqueó la espalda, buscando desesperadamente más de él, sus manos recorriendo el torso fuerte de Jacob, arañando suavemente su piel mientras sus cuerpos se rozaban con una mezcla de desesperación y deseo. Sintiendo su necesidad, él desabrochó su propio pantalón, liberándose de la ropa con rapidez, sin dejar de mirarla a los ojos. —Eres tan hermosa… —susurró, devorando su boca mientras alineaba sus caderas. Cuando finalmente se unieron, ambos soltaron un gemido ahogado, sintiendo cómo sus cuerpos encajaban a la perfección. Jacob comenzó a moverse con un ritmo lento pero profundo, hundiéndose en ella una y otra vez, mientras Janhekua rodeaba su cintura con las piernas, atrayéndolo más cerca, sintiéndolo completamente dentro. Las olas rompían cerca, acompañando el vaivén de sus cuerpos mientras él la penetraba con pasión y necesidad. Cada embestida arrancaba un gemido de sus labios, y Jacob bajó la cabeza para atrapar uno de sus pezones entre los dientes, succionando y lamiendo con avidez. Janhekua se aferró a él, dejando que sus uñas se hundieran en su espalda mientras el placer recorría su cuerpo como una descarga eléctrica. El ritmo se volvió más rápido, más urgente, mientras el sonido de sus cuerpos chocando resonaba junto al rumor de las olas. El calor de la arena bajo ella contrastaba con la frescura del aire nocturno que acariciaba su piel sudorosa. Jacob la miró directamente a los ojos, perdiéndose en ese verde brillante que reflejaba tanto deseo como el suyo propio. —No pares… —suplicó ella, moviendo sus caderas para encontrarse con las de él, aumentando la fricción y el placer que se acumulaba peligrosamente en su vientre. Sintiendo que el clímax se acercaba, Jacob tomó su rostro entre las manos, besándola con una devoción casi desesperada mientras aumentaba el ritmo, entrando en ella con fuerza, cada embestida llevándolos más cerca del abismo. Finalmente, el cuerpo de Janhekua se tensó bajo él, un grito ahogado escapando de sus labios mientras el placer la arrasaba en oleadas intensas. Jacob la siguió segundos después, gimiendo su nombre contra su cuello mientras el éxtasis lo atravesaba, dejándolos a ambos exhaustos y temblorosos. Permanecieron abrazados en la arena, recuperando el aliento mientras el sonido de las olas se mezclaba con el latido acelerado de sus corazones. Jacob la besó suavemente en la frente, acariciando su cabello pelirrojo alborotado, y una sonrisa satisfecha se dibujó en los labios de Janhekua mientras él la envolvía con su cuerpo, protegiéndola del aire fresco de la noche. —Eres mi adicción… —susurró él, y Janhekua sonrió contra su pecho, sintiéndose plena y completamente suya.
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