No puedes obligar a nadie a valorarte, pero sí puedes elegir donde no quedarte, nadie debería pasar la vida convenciendo a otros de su propio valor, como si el amor o el respeto fuera algo que se mendiga. Si tienes que insistir para que alguien vea lo que eres, quizás el problema no está en ti, sino en los ojos que intentas abrir.
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