Está llegando el monstruo,
se acerca pausadamente
arrastrando las cadenas por el suelo.
Abre la puerta
y me destierra de casa,
cierra dejándome al otro lado de la puerta.
Luego expresa con voz suave:
“Ya enseñé mientras mirabas en la rendija,
ahora demuestra que tus ataduras se rompen
y valen para algo”.
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