Ya no suenan las cajitas de musica

Ya no suenan las cajitas de musica

Lola en Libertad

25/02/2025

Ya no suenan las cajitas de música


En la esquina de la calle Colina Encantada, hay una tienda de cosas usadas.

Algo así como la Feria de Tristán Narvaja en Montevideo, o el Mercado de las Pulgas en Paris.

Pero este lugar se llama simplemente, el negocio del Viejo de Colina Encantada.

El dueño de la tienda es un viejo, y la tienda es chica y vieja, con una única vieja ventana para la luz del sol de las mañanas.

Y el Viejo enciende la luz, únicamente si se entra con dinero para comprar.

En la puerta de entrada hay un papel, amarillo por el tiempo, escrito a mano con elegante letra manuscrita el cual advierte:

» el que rompe, paga.»

El Viejo tiene la teoría de que, a lo antiguo, no le gusta la luz artificial…y es por eso que, solo prende la luz, si se va a comprar.

En la tienda todo está encimado, los pasillos angostos, cajas con olor a naftalina, mesas patas arriba y gran variedad de cachivaches.

Entre las filas amontonadas y pasillos angostos es fácil perderse.

Una tarde de sábado, decidí que seria un buen plan visitar la tienda del Viejo.

Tarde de sábado otoñal, arboles comenzado a quedar desnudos, el tibio sol de las 5 de la tarde y el canto de los pájaros antes de que muera el día, fueron mi compañía camino a lo del Viejo.

En mi expedición sabatina en la tiendita, me encuentro una Cajita de Música.

Casi casi igual, a la que tenía cuando era una niña. Cajita de Música de la cual, no tengo la más remota idea de cuál fue su destino.

Entre las mudanzas quedo relegada en cajas, baúles y paquetes.

Pero a mí, me gusta imaginar que fue encontrada por una niñita, y que ella disfruta de la dulce melodía cada noche, momentos antes de caer dormida.

Tener en casa una cajita de música, es una convocatoria a misterio.

Al abrirla, todo cambia.

La mía, al abrirla, se escuchaban lejanos mares, tierras exóticas, murmullos de gaviotas. Otras veces se escuchaba un viejo bandoneón o una mandolina triste.

La cajita de música es como un baúl lleno de sorpresas.

De madera y metal, con incrustaciones de nácar.

Estuvo años sobre la mesita de la entrada de mi casa.

Con el tiempo y las mudanzas, desapareció y quedo relegada en el cuarto del olvido.

Hasta esa tarde de sábado otoñal en el negocio del Viejo.

Supongo que, para los jóvenes de hoy en día, una cajita de Música es como un elemento de arqueología.

Representa un tiempo que ya no es.

Ya no suenan las cajitas de música.

En el negocio del viejo, tomo la cajita de música entre mis manos y la echo a andar.

Una vez abierta, muchas cosas comenzaron a suceder, como gotitas de agua…el lugar se llenó de color.

Buscando las monedas en mi bolso, porque el Viejo solo abre si llevas dinero para comprar, me acerco tímidamente a él y pregunto cuánto cuesta.

El Viejo respondió:

‘Ella no está a la venta’

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