LAS HERIDAS
Muchas veces sentí que los huesos de mi cara dolían cuando quería comer, que mi cuello estaba duro por semanas, que había moretones multicolores en mis brazos, pero los ocultaba, me disculpaba porque seguro me había golpeado con algún mueble mal puesto, o era mi torpeza y mi piel sensible, inventaba historias de golpes accidentales, ¿Por qué lo hacía? No sé, me sale una sonrisa irónica al pensarlo. ¿A quién quería proteger o que era lo que quería ocultar? Ahora lo sé, lo hacía para ocultar mi vergüenza, porque otra vez había provocado ese golpe, era para que nadie supiera la verdad, debía justificar. Me protegía de la verdad, no quería verla, no quería que se supiera, y me protegía de él, porque si alguien sabia la verdad el ya no solo me golpearía. Se trata de ocultar, se trata de mirar para otro lado, de bajar la cabeza, de callar, de eso no se habla, si hablas te manchas, te marcas para siempre, y ahí aparecen los estigmas que también queman la piel igual que un golpe.
Me dolía el cuerpo, me dolía permitirme recibir ese golpe y sentirme culpable de recibirlo, creer que lo merecía, creer que lo provocaba que yo era causa y consecuencia de todo ese mal. Trato de recordar, de explicarme porque, de como provocaba que eso sucediera, a veces hablaba de mas, a veces sin querer me pintaba los labios o me ponía un rico perfume, eso era suficiente para despertar el monstruo y pagar las consecuencias. Nunca podía decir NO, o decir lo que pensaba, no estaba permitido, por eso mis palabras quedaban mudas en mi mente, por eso me refugiaba en ellas y pensaba, mi pensamiento se convirtió en mi libertad, ahí nadie me invadía, ahí nadie me decía que no podía. También me dolía el alma, porque mas allá del dolor físico que podía sentir, estaba ese dolor intenso que sentía en mi interior. El alma se desgarra y sangra más que el cuerpo, el alma se va cayendo a pedazos cuando se va muriendo la dignidad, cuando ya no quedan sueños, cuando ya no queda amor. Mi alma se murió de a poco, fue desapareciendo igual que la luz de un fosforo que una vez prendido dejamos consumir hasta el final, y se apago. Con el alma muerta ya no queda nada.
EL ABISMO
El abismo me consumió, me oculto durante años. Una vez intente salir… me arme de un valor ficticio y lo use para salir, me agarre de unas manos huesudas que parecían ayudarme. Salí por escasos segundos y me asusto no estar dentro del abismo, estaba acostumbrada a la oscuridad, al frio y al dolor. Así que me costó estar sola, tenía miedo y no pude salir del circulo vicioso donde estaba desde hacía años, ese círculo que luego supe, es un circulo que tiene que romperse con mucha ayuda, con fortaleza y tiempo.
El tiempo ayuda a elevarse y a verse a uno mismo desde arriba, pero no tuve tiempo, el abismo me atrapo de nuevo. Simplemente no estaba preparada, no era lo suficientemente fuerte para salir en ese momento del abismo, sentía que no iba a poder sola, aun me seguía echando culpas que no eran mías. Así que, caí de nuevo en el abismo, otra vez por ilusa, por creer en palabras de amor vacías, en mentiras, por culpa y por miles de excusas más, hasta creo que por comodidad, y por ese terrible legado que nos dejan de generación en generación, que dice y está escrito que los hijos deben estar con sus padres, sea como sea. Ahí estaba de nuevo metida en el abismo oscuro y frio, tenía unas cuantas paredes pintadas, unos dibujos con colores, flores plásticas, y sonrisas, pero oculto estaba el abismo, no había cambiado y lo supe cuando la pintura comenzó a caerse y las paredes fueron de nuevo negras, profundas y mas frías que nunca.
Y ahora como seguía? Como decía que me había equivocado?, porque de eso no tenía dudas: me había equivocado de nuevo. Pero aprendí, porque siempre algo se aprende. Aprendí, y entendí que el miedo es un mal consejero, el miedo paraliza, te hace bajar la cabeza y no te deja pensar. Volví al abismo por miedo, y el miedo me dejo ciega, pero mi cabeza aun pensaba, aun eso estaba intacto, pensaba y entendía a cada paso que las personas oscuras no cambian, que no hay luz que las haga brillar, que la maldad y la oscuridad terminan con todo lo bueno. Así que me aferre al miedo, y a poder pensar, en mi cabeza nadie me invadía, ahí era libre, no tenia limites. Debía alcanzar la libertad, de nuevo y para siempre.
OPINIONES Y COMENTARIOS