Frente al espejo
FRENTE A FRENTE
Hoy me encuentro frente al espejo mirándome y pensando en todo lo que había recorrido para llegar aquí y ahora. Sigo mirándome sin creerlo, empiezo a reconocerme, empiezo a verme en mis ojos, ¡SOY YO¡ . No había perdido la memoria, había perdido el rumbo, había perdido el amor por mí misma, me había perdido a mí. Había recorrido tantos caminos para llegar aquí, tantas direcciones diferentes, había tomado tantas malas decisiones, que estuve perdida, desorientada, sin un rumbo a donde dirigirme.
A mi edad había vivido tantas cosas, siento que fueron miles de años, o tal vez miles de lágrimas, y escasas alegrías, o ¿había vivido muy deprisa? No tengo la respuesta, aún sigo mirándome al espejo sin creerlo, me estoy recuperando, estoy aquí, aun sigo adentro de este rostro, aun sigo viva…y se me escapa una sonrisa. No lo puedo creer … hasta puedo sonreír. Pienso y me miro incrédula mientras recorro mi rostro y parte de mi cuerpo, que parece estar cortado en mil pedazos. Comienzo a tratar de entender como llegue hasta aquí, como volví a verme de nuevo, a encontrarme otra vez frente a frente conmigo mirándome al espejo. Pero estoy aquí… y debo seguir.
Pienso, mi mente es una maraña de pensamientos desordenados, atropellándose por salir, por hacerse escuchar. Siempre lo hice, pero ahora mis pensamientos van mucho mas allá de las cuatro paredes que durante mucho tiempo fueron mi cárcel personal. Todo tipo de preguntas vienen a mi mente, aun tengo miedo de hablar, así que pienso: ¿Cuándo comenzó mi historia? ¿aquel día en que nací en que mi cuerpo se inundó del alma y el espíritu? ¿Cómo se cuenta mi historia de mujer? ¿Se cuenta por los amores vividos, por las lágrimas derramadas, por el dolor, por la felicidad, o por los años que cumplimos? No lo sé, pienso, sonrió y recuerdo, muchos dicen que los amores en la vida de las personas son tres: el primer amor mágico y adolescente; el segundo amor trágico y doloroso, y un tercer y último amor que vendrá a curarte el alma, a enseñarte, a verte volar. Creo sinceramente que algo de verdad debe haber en esa creencia, yo tuve un primer amor, fue mágico e inolvidable; y tuve un segundo amor que me dejo muerta, y de ahí no hay nada más, todo está en blanco, frio y vacío, y hoy me encuentro mirándome frente al espejo.
SEGUNDO AMOR:DOLOR
Aún sigo frente al espejo y pienso en ese segundo amor, que hoy sé que fue solo un capricho, una forma de mantenerme a flote, una necesidad de no estar sola, y que me había dejado así, en ruinas. Después de él hubo un antes y un después en mi vida, cuando comenzó pensé que era para siempre, que ilusa, siempre fui un poco idealista y romántica, creía que el amor bastaba para tapar todo, sobre todo el dolor, y curar todo tipo de heridas, pero hoy sé que no es así, que el único amor verdadero es el que debemos tenernos a nosotros mismos como personas, aceptar y querer nuestras virtudes pero sobre todo nuestros defectos, nuestro ser humano mas interno, escuchar esa vocecita que siempre nos habla cuando delante tenemos un peligro o cuando tenemos algo o alguien que no debemos dejar pasar en nuestras vidas. La vocecita siempre esta aunque no podamos escucharla por tanto ruido que hay afuera, por tanto ruido que llevamos dentro, y por dejar que la cabeza decida lo que los latidos del corazón nos muestran. Pero sabe Dios que ese musculo se equivoca y vaya si se equivoca.
Hay miles de amores, buenos y malos, grandes y pequeños, largos y de solo una noche, pero lo que todo buscamos es el amor verdadero, porque amores ficticios hay miles, son solo pantallas llenas de egoísmo y vanidad. Este segundo amor me llevo al mismísimo infierno, al abismo más frio y oscuro, y desde ahí resurgí, Salí arrastrándome como pude, con las escasas fuerzas que tenia.
Me quede vacía de mi misma, totalmente en negro, sin poder ver quién era yo, toque fondo como se dice, no fue de la noche a la mañana, me llevo muchos años darme cuenta en el abismo en el que había caído, llore mares, y el dolor era insoportable, me compadecía de mi misma, sentía lastima por mí, llegue a creer y a convencerme a mi misma que merecía ese dolor, que lo provocaba y que mis actos tenían como consecuencia directa ese dolor. Aceptaba humillaciones, palabras, gestos, acciones, permitía, dejaba que sucediera, porque las merecía, el dolor me quemaba y habría mi carne y sangraba por dentro. Algunas heridas no fueron solo del alma y del corazón, algunas heridas fueron reales.
OPINIONES Y COMENTARIOS