Una cápsula para el olvido…

En la soledad de mi habitación,viviendo el ocaso de mis días, no siento el tiempo correr,apenas escucho el aliento de mi boca.

En un mar de pensamientos tumultuosos, grito en el olvido y elevo mi voz de manera enfermiza,¡Señorita, acompáñame!, ¡Señorita, acompáñame!Una y otra vez repito esta oración,como plegarias que resuenan como el golpeteo de un martillo.
Esta súplica, convertida en un ruido molesto,persiste sin descanso en mi ser,provocando un odio en las miradas ajenas,incapaz de conectar con ellos, me siento una molestia.
Anhelo una pastilla que borre este sentimiento abrumador,algo que me sumerja en un sueño profundo y reparador,¡Señorita, acompáñame, por favor!, el desgarro sigue latente,repetido una y otra vez en un ciclo interminable.
La desesperación se cierne sobre mí,como una sombra que no me abandona,buscando una salida en la quietud de la noche,en un anhelo de compañía que calme mi agitado ser.