
Tarde de sol y viento, un cielo azul marino se mezclaba con el océano en el horizonte. Mucho bullicio en la playa, voces de los vendedores ambulantes, silbato de los guarda vidas alertando a bañistas desprevenidos que no se alejen de la playa, día típico de la temporada de verano, que buen momento para compartirlo con su amiga, una señora que había encontrado en las redes, después de varias décadas de no verla, toda una vida.
Puso su celu en formato video y grabó todo el lugar en una panorámica a 360º; la respuesta no se hizo esperar. Su amiga le respondió con otro video y un texto.
Se detuvo en su rostro, una mirada que decía todo, los ojos hablan, dicen cosas, y entre esas cosas había una verdad, fue como si un ente lo hubiera abofeteado y lo ubicó en la realidad.
Vio una mujer bien conservada que disimulaba su edad, sentada en una reposera al borde de una amplia pileta rodeada de palmeras, sombrero de ala ancha, escondida detrás de unas grandes gafas oscuras, cabello suelto su mano sostenía una copa con sorbete de una bebida tropical, detrás de ella, unos turistas bailaban al ritmo de una rumba, era un lugar paradisíaco, dejó su copa en el piso, bajó sus gafas a la punta de su nariz y le tiró un beso con la mano, sonrió, hizo un paneo del lugar movió su mano en señal de saludo, no hacia falta más, sintió en esa mirada una expresión.
-¡Mirá donde estoy!- debajo del video leyó un mensaje corto.
-«Saludos desde La Habana»-
El respondió -¡Que bien…disfrutá de tu estadía, saludos cordiales!-y le agregó una mano con el pulgar para arriba, apagó el celular.
Desde la escollera contempló la playa muy concurrida por una deteriorada clase media, la que junta un par de pesos para venir a pasar tres o cuatro días de vacaciones.
Una atmósfera de estrato social lo invadió; el desapego no se hizo esperar, comprendió que nada tenían que ver, nunca estarían juntos, eran el sol y la luna, dos almas opuestas.
El entendió el mensaje, era el final, sabia que ella no lo quería, pero aun sabiéndolo, no dejaba de emocionarse al recordarla.
La vida esta hecha de momentos, cada momento nos pone a prueba, algunos quedan, otros hay que dejarlos ir.
Pablo Cohelo dijo «La vida separa a las personas para que se den cuenta de lo que significan… una para la otra», y esa mujer significó mucho, queremos a quienes están lejos, cuanto mas lejos, mas cerca queremos estar.
No es verdad que el tren pasa una sola vez en la vida, pasa siempre, hay quienes se quedan en el andén…y el fue uno de los que dejó ir el tren.
Caminó lentamente al final de la escollera, miró el océano, ese momento único donde su cuerpo se relaja, el aroma invade los sentidos, y una sensación de paz y serenidad se apodera de la mente.
Las olas iban y venían…y al alejarse, dejo que se lleve para siempre el recuerdo de esa chica de quince años compañera del colegio nacional, una flaquita de largo cabello y ojos oscuros, su primera novia. La señora del video.
Fin
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