NUEVO NADAÍSMO (de nuevo no tiene nada)

NUEVO NADAÍSMO (de nuevo no tiene nada)

LA GRAN VERDAD

Son cerca de las 12:30 del 13:02:2025, estoy sentado en la cocina de mi mamá, que es mi lugar favorito para escribir, hay cierto clima helado, no ha habido mucho verano estos días, escucho con mis audífonos a The Smile, una banda que me encanta. Por el momento todo marcha bien; respiro, tomo aire, mi sistema circulatorio aun funciona con entusiasmo, los latidos siguen su marcha incesante, la sangre parece fluir sin mayores dificultades, mis órganos de los sentidos por el momento funcionan curiosos y perspicaces, percibo lo que un adulto de mi edad debería percibir, no tengo hambre, no tengo sed, parece que la homeostasis metabólica está en buenas manos hoy. He estado fumando algunos cigarrillos y pensando en la vida, y así, como una epifanía de esas hermosas, acabo de caer en cuenta de que no sé nada, que no habrá un mañana en el que entienda mejor las cosas, que no llegaré a ser el sabio que da respuestas y sonríe por haber llegado a la cúspide de la sabiduría, mientras los miro con ese brillo hipócrita en los ojos que da el delirio de grandeza, porque he sido un imbécil al no notar que sigo siendo ese mismo niño de siete años que miraba con temor a la oscuridad del espacio, solo que a diferencia de él yo creo menos en la vida. Lo siento pequeño, a mis veintisiete años seguimos sin entender nada, solo que ya no le tengo tanto miedo a la oscuridad del espacio. Claro es, me refiero a las cosas importantes, por ejemplo, entender el significado de esa mariposa que me topé ayer mientras andaba en bicicleta ¿Por qué nos encontramos nosotros dos y no alguien más o en otro momento? ¿Por qué una mariposa amarilla y no una negra? Entender eso requeriría un corpus de razonamientos filosóficos, epistemológicos y científicos que sinceramente dudo mucho que en algún momento del futuro de la humanidad, hubiese tal capacidad de cálculo, y cuando lo puedan hacer, cosas como esa dejaran de tener sentido, ¡QUE TRISTE!

Parecemos navegar en un océano de incertidumbre, animados por seductores espejismos, agonizantes por un poco de agua dulce para beber, no la hay simplemente, agua salada y el infinito cielo es todo, hasta que nuestra sed se apaga, sí, al morir. Somos zombis yendo detrás de dichos espejismos, peleando entre nosotros por el espejismo mas bonito, por la mentira más satisfactoria, tanta sangre, tanta tortura, tanto llanto por nada… De vez en cuando caemos dormidos, levitamos y parecemos tener conciencia durante el sueño, de lo ilusorio de nuestro paso por el mundo, y en ese grado de obnubilación y letargo somos divinos, en ese estado de confusión somos infinitos y eternos, pero lastimosamente aparece la vigilia y todo se desvanece. No nos confundamos, no es que me haya rendido, es que ya comprendo, que no hay nada que comprender, he logrado romper el hechizo, no escuché las sirenas, me salí del samsara, y sé ahora muy bien, que no soy nadie, que no soy nada, que no importa quien diga estas palabras, bien pudiera decirlas alguien más, en otro idioma, bien pudiera ser lo que dicen las aves al cantar, o el chillido de un cerdo en el matadero, no importa el lenguaje, no importa el volumen, no importa el código, y muy poco importa quién es nuestro interlocutor; no me importa nada acerca de usted, estimado lector que me acompaña en este camino de luz, nadie está diciendo nada y por eso, justamente gracias a eso, es que todos estamos diciendo lo mismo.

Ahora entiendo muy bien la sabiduría de Borges, su eterna sonrisa y humildad genuina, sus infinitos laberintos que no llevaban a ningún lado, sus sueños interminables donde uno nunca termina de despertar, vaya sátira querido Borges, ¡vaya perspicacia! Entiendo muy bien a Cortázar y sus cuentos con seres absurdos, sus historias con distintos ordenes posibles, sus capítulos inconexos, claro nos hablabas no de lo absurdo de la imaginación, sino de la realidad misma. Te entiendo muy bien querido Pessoa, solo estamos soñando, y ni de eso estamos seguros, no nos hablabas de metafísica, de filosofía, ni de ocultismo, ni de ciencia, muy bien desdeñabas de todo eso; eran sin lugar a dudas los señuelos perfectos, los sospechosos obligados en este entramado ficticio en el que nos regocijamos de saber y de entender, tragamos hasta el hastío ideas ficticias, saberes ficticios, la sabiduría ficticia del anciano, la inocenica inútil y ficticia del niño, la adivinación ficticia del médium, las ecuaciones ficticias de los científicos, el conocimiento ficticio de los indios, la moral ficticia de los creyentes; de dios me refiero, porque creyentes somos todos, porque ingenuos somos todos, porque hipócritas somos todos, porque a la hora de la verdad todos tenemos miedo. Nadie está tan seguro, nadie está tan feliz, e incluso antes de apretar el gatillo la esperanza nos seduce, y nos arrepentimos al sentir la sangre.

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