¿ A qué le tienen miedo cerdos?

Segundos después se perdió en el sendero y la silueta de su sombra se hizo difusa, mientras la distancia cobraba importancia. Se escucharon los murmullos y más adelante los gritos, la pelea y después nada, tan solo silencio, solo silencio. 

Algunos hombres emprendieron la huida, otros estaban paralizados por el miedo y Abu, bueno Abu solo guardaba silencio mientras sus ojos estaban sumidos en la profundidad de la obscuridad. Blandió la antorcha en todas direcciones, iluminó levemente los alrededores y decidido emprendió con pasos cortos hacia adelante. Los otros le miraron atónitos, guardaron distancia y en susurros le instaron a detenerse, pero Abu ya había tomado una resolución.

Con la respiración pesada, las manos sudorosas, escalofríos recorriendo su espalda y la leve sensación de ser observado, prosiguió por el sendero, hasta que las luces de las antorchas de los compañeros se hicieron casi invisibles. Un viento helado sacudió la flama de su antorcha, leves susurros salían de entre las ramas de los árboles y finalmente apareció.

Si, allí estaba, el horror de los hombres hecho realidad. Le miraba con curiosidad, mientras mordía el rostro de Mehmet y con sórdida crueldad le arrancaba un ojo. Después de saborear el ojo, le preguntó: ¿Y tú qué deseas samaritano? ¿Qué deseas? 

Abu tragó saliva, respiro hondo y pronunció: «deseo que regreses al infierno de donde saliste».

Entonces respondió: Deseas que vuelva a tu vientre.

A la mañana siguiente, con los ánimos calmados, se encontró los cuerpos mutilados de Mehmet y Abu. A Mehmet le faltaban los ojos y a Abu lo mató el parto.

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