Las letras siempre han sido mi refugio seguro, el campo dónde puedo ser salvaje y nada detiene el trote de las figuras oscuras que puedo ser, cruzar ríos mojando no solo el placer y el deseo si no el alma, donde el viento grita conmigo y el tibio aire mece el cabello, estandarte de mi locura. Se que estoy bajo los escombros, solo debo averiguar como salir. Jamás volveré a ser la misma, mi sonrisa no solo mostrará malicia erótica, ahora también guardará el entendimiento de los que somos, de lo frágil y caóticos en que nos hemos convertimos, la inocencia con máscara de malicia y viceversa. 

Esta soy yo, un cuerpo pesado que lleva experiencias de pérdidas y desconfianzas, un corazón rasgado por haber confiado y un tanto necrosado por haberse cerrado, pero la sangre sigue ardiendo, corriendo sin límites, hasta volverme a encontrar.

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