Hoy día te vi, después de mucho tiempo. No sé si te veías hermosa o más hermosa, solo sé que me puse nervioso, me temblaban las manos y me atonté la cabeza. Ya estaba tratando de olvidarte y es muy curioso, porque si ser nada, me marcaste mucho. Ya estaba tratando de dejar de imaginarte, ahora no puedo sacarte de mi mente. El impulso de querer acercarme, estaban y lo podía haber hecho, pero sabes perfectamente que no podía. 

Cuánto hubiese dado por haberte encontrado en mi momento solitario; mientras recorría los lugares que solo una vez acudimos tú y yo. Implorando toparme contigo, esperando largos momentos y no perdiendo las esperanzas de que aparecieras, pero no; nunca te apareciste, ni siquiera sé si después de frecuentar esas calles, apareciste.
Eres la culpable de haber hecho de ti un vaso de agua inalcanzable para un sediento que apenas te conocía. Llegaste, me hablas, me sonríes, me fascinas: cómo no comprender que tu rostro bastaba para enloquecer a este mortal que fui, que soy, que seré, por tu culpa. Me hablas y te vas. Te veo y te quedas en mí. 

No es apego, ni mucho menos obsesión, tampoco es locura (eso me hago creer). Solo me gusta escribirte en mi cuaderno cada vez que te pienso, y te pienso todo el tiempo. No creo estar aferrado a ti, a lo que eres, a lo que fuimos o a lo que pudimos ser… no creo. Es solo que no sales de mi cabeza y no puedo olvidarte, no pretendo olvidarte y no quiero olvidarte. Yo solo te pienso y nunca dejaré de hacerlo. 

(Por si algún día lo lees o por si alguien te lo hace saber. Y si lo lees, dame una señal y así sabré que no estoy loco)

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