Convenio (fragmento)

Puedes tomar a tu amante y retirarte de este lugar al que en algún momento solías llamar hogar. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez en la que la felicidad nos visitó vestida de sosiego, ahora solo nos queda está estúpida guerra en pos de falsa razón. Falsa razón, ¿por qué le digo así? seguro te preguntas eso, pero no dudo de tu inteligencia y de que hayas encontrado respuesta después de la tormenta. 

¿Cómo iniciamos? ya no lo recuerdo bien, el tiempo nos juega en contra y esto es la pérdida de los recuerdos, especialmente el recuerdo de los detalles. No sé si fue verano, no sé si fue invierno, no sé si fue otoño, pero estoy segura de que en primavera no fue. La primavera siempre me evocó reposo y retiro, nunca fui capaz de lograr estabilidad emocional en esos días y así nunca fue posible el amor. Ese detalle sería importante recordarlo ahora, pero como dije antes ya no lo recuerdo, solo sé que empezamos la guerra en algún momento de ese tiempo; la razón, la razón nunca existió. 

¿Acaso es posible que dos personas que tienen buena amistad, intereses comunes, y otras cosas hayan iniciado esta batalla? La respuesta es no, somos un par de estúpidos en una lucha de poderes intelectuales que anula toda inteligencia y nos convierte en tontos. ¿Cuál fue y es la raíz del problema? El ego.

El orgullo por la valía como personas, el sentido del valor de uno mismos llevado a límites que nos exoneran de las emociones, es lo que ocurrió. Tú peleas por imponer la razón de tu falsa libertad y yo luché por imponer la razón de mis emociones, a las que tu llamas cárcel y esa en esencia la razón de nuestra guerra y después de todo de nuestro final. 

Ahora gozas de libertad, gozas de toda aquella filosofía que te conduce por la vida, por tal razón mis emociones hacía ti siendo lo que eres no se extinguen, tan solo reposan y se retiran de tu presencia y este es el convenio después de todas estas heridas que nos hemos causado mutuamente.