No eras mi sueño, ni mi anhelo, eras una fantasía que jamás pensé que se me daría, y fuiste mía, y así te tenía, con el corazón al amanecer, con el placer al atardecer. Mi dueña, mi niña, mi mujer y mi única, estaba a tus pies si venías, en mis labios te quería, como no te diste cuenta que por tu cariño yo vivía, que por tu voz moría y justo ahora que te extraño, aún así no me verías. Porque núnca lograste apreciar, que para mí eras mi verdad, el único lugar en donde puedo dormir en paz.
OPINIONES Y COMENTARIOS