Qué responder cuando te preguntan por ayeres

Qué responder cuando te preguntan por ayeres

¿Qué responder cuando alguien que se resignó a un reloj antihorario,

a días que caminan hacia atrás y que se aferra a lo que fue,

renunciando a los mañanas, te pregunta por ayeres?

Tal vez que el vestido de quince años no significa ser princesa,

el atuendo digno de toda realeza es la mirada

con adrenalina inyectada.

Que tu reino puede ser tu cama en una tarde lluviosa de sábado

O una mañana de domingo con los mates de los viejos

¡Ay mis viejos! ¡Qué hemos tenido diferencias!

Me arrancaría las entrañas por hacerlos más eternos que la mismísima eternidad.

Que París no es solo para los amantes,

podés quedarte treinta y cinco minutos y todo lo que quieras.

Que un corazón roto puede llorar por debajo de la risa

y él perdona, pero las heridas son las que no olvidan.

Que tu risa puede cambiar a una persona,

por ende, a uno de cientos y cientos de mundos.

Que solo se coincide una vez en la vida,

las demás son encuentros forzados

y lo forzado rara vez funciona

porque eso tiene que ver más con el destino,

ya escrito desde el principio de los tiempos y hasta el final de ellos.

Que volver a escuchar las canciones que hemos dedicado

es como recordar un olor de la infancia;

una máquina del tiempo.

Que en cada abrazo dejo una parte de mí

y esa es mi manera de conquistar el mundo.

Creer incluso cuando todo está perdido,

saber quién sos en una realidad con múltiple personalidad

¡Es revolución!

Extrañar no es pecado y el sexo no es blasfemia,

mas prometer mañanas y noches

cuando no estás dispuesto y te cuesta dar minutos, si lo es.

Que las extremidades del cuerpo son reguladas por el cerebro

hasta que despierta el sentimiento que lo entorpece

— en casos más graves, adormece —

Que las mariposas no nacen en el estomago,

sino en el sonido de la voz de quién queremos que nos abrace en invierno

y las muy traviesas se nos escabullen por los oídos,

durmiéndose en el vientre para hacerle cosquillas en los pies al corazón.

Entonces éste ríe y tu sangre se vuelve agua cristalizada

haciendo que tus ojos proyecten paraísos

que solo pueden existir en la mirada.

Que nuestras palabras, al igual que nosotros,

tienen vida propia una vez pronunciadas, por ende, consecuencias.

Que si te vas una vez,

la siguiente que vuelvas puede que la cerradura oxidada

haya sido cambiada y tu llave(palabra) ya no encaje.

¿Qué si te he extrañado? Mucho.

¿Qué si te he llorado? Hasta por los poros.

¿Qué si he aprendido algo? He aquí mi aprendizaje;

Extrañar está bien, los recuerdos suelen ser las películas favoritas.

Pero querer buscar algo mejor donde solo encontraste dolor,

es querer ensamblar dos piezas que no fueron hechas para estar juntas.

Y eso es decepcionante…

Te digo, las decepciones no son lo mejor para coleccionar.

Te digo, hace tiempo ya dejé de intentar ensamblarnos.

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