1. No podemos poner ventanas al viento. El Corozo 28 de julio de 1939

1. No podemos poner ventanas al viento. El Corozo 28 de julio de 1939

¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! Borges

El Corozo 28 julio de 1939

Entro al cuarto y encuentro a mi madre escribiendo en su mesita, iluminada por un cabito de vela. La noche nos visita, el sonido del río y la brisa fría entran por la hendija de la ventana. Vemos a mi papá venir a lo lejos, cabalgando por el camino Real. Me pregunto, ¿qué nos traerá de Valera?
Mi mamá me dice:
– Entra Sofía, siéntate aquí a mi lado. Mientras llega su Taita, vamos a conversar sobre la noble tarea de educar. Llevo ya mucho tiempo enseñando a la gente a leer y escribir. Ojalá que algún día podamos tener una escuela en nuestra comarca.
Entonces mi mamá sacó una hoja enrollada en forma de pergamino, la abrió quitando un pequeño lazo de cabuya y comenzó a leer lo que había escrito. Considero que ese día me estaba entregando una herencia muy noble, muy meritoria, muy grande, más elevada que el picacho del páramo.
Mi madre comienza a leer sus escritos, aún recuerdo esa maravillosa caligrafía que le enseñaron los primeros inmigrantes italianos que llegaron al pueblo de la Quebrada con la misión católica. Son letras inclinadas y alargadas en forma cursiva, muy elegantes.

Dice:

-Sofía quiero que sepas que el arte de educar es como un viento de sabiduría que al llegar quiere entrar en la casa del alma.

-Va subiendo por la inmensidad de la Cordillera Andina; abriendo paso por el camino real por donde transitan tantas historias, todas llenas de alegrías, miedos, esperanzas y sobre todo de fe.

– ¿Ves cómo entra el viento a pesar de estar cerradas las ventanas de la casa?

No podemos poner ventanas al viento; la necesidad de aprender se va adentrando en cada niño para que pueda transformar la realidad que lo circunda.

-Cada pregunta por más inocente que sea revela la necesidad de dejarse impregnar de realidad.

– Sofia abre la ventana, asómate, mira a la vega del Cacique Tubusito, allí están los sembrados de maíz y caraota

-La Madre tierra nos da todas las riquezas para subsistir, pero necesitamos aprender el arte sagrado de las letras, la ciencia y la piedad para poder cuidarla, cultivarla, y aprovechar su potencial..

Mi mamá termina la lectura, se acuesta se queda con la mirada fija al crucifijo, me estrega en pergamino y me mira con ternura acariciando mis manos.

Entonces, el cuarto se llena de una brisa fuerte que abre las ventanas de par en par, una gran luz azul inunda cada rincón de la casa. Mi mamá exhala su espíritu para irse al cielo. Veo su alma elevarse en dirección a las montañas de Esdovas. El destello de luz se eleva con ella, alumbrando su camino a la eternidad. Como una estrella, se queda allí en el firmamento, recordándome que quienes educan a muchos en la Piedad y Letras, brillarán perpetuamente como estrellas.

Esta historia continuará

Freddy Araujo

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