Corocito estaba maquillando a su hija Cuicas antes de salir con Timoto al Páramo de la Tribu de Cambimbú. Cuicas le dice a su mamá que le cuente la historia de la diosa Niquitao.
Dice Corocito:
Antiguamente, la zona del páramo era un gran picacho de hielo.
La Diosa Niquitao estaba preocupada porque el Dios Sol llevaba días sin regresar de la noche de bodas. Se había casado con la Diosa Luna y habían pasado varios días sin regresar. Seguramente la estaban pasando tan bien que olvidaron cuidar su gran Cordillera.
Entonces Cuicas interrumpió a su mamá y le dijo con un aire de inocencia:
– Maita, ¿y qué se hace en la noche de bodas?
Corocito respondió:
Es el día en que dos almas se unen profundamente; el sol y la luna se convierten en una sola unidad, y de esa unión de amor tan sublime nacen las estrellas.
Cuicas respondió:
-Es una unión de amor puro y libre.
Corocito le dice, así es mi Cuicas. Bueno muchacha, hablamos de eso después, estás muy enamorada de Timoto y luego te quedas ahí encantada pensando y no me prestas atención a mí.
Voy a seguir contando la historia.
Cuicas movió la cabeza, arreglándose el cabello, pensando en su amado y tratando de escuchar a su mamá con una mirada atenta y una sonrisa pícara.
Corocito dice con tono misterioso:
– Resulta que el gran Páramo llevaba días sin los rayos del sol ni la luz de la luna: los animales y las especies morían porque no tenían agua ni sol, todo era oscuro y frío.
Entonces Niquitao tomó una de sus tetas, la apretó fuertemente y hizo salir de ella un agua caliente que logró descongelar los ríos. De ella nació un nuevo río frondoso llamado la Quebrada, que iba quebrando peñascos a su paso y formando su propio camino con tanta fuerza que su caudal llegó hasta la tribu de la Ceiba y alimentó el lago del cacique Maracayo.
De esta agua cálida surgieron nuevas especies de truchas, árboles frutales y frailejones tan grandes y frondosos que protegieron el Cuerpo de Niquitao para que no volviera a congelarse. El sol, que estaba descansando con su amada luna, sintió el rugir del río y recordó que debía volver a su trabajo en la mañana y la luna de noche.
Cuicas se quedó maravillada de aquella historia, sintió mucha emoción por ir a conocer la Teta de la diosa Niquitao con el amor de su alma Timoto. Sería un acto de agradecimiento por salvar a la Cordillera cuando el Dios Sol y la Diosa Luna no estaban.
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