Hola, mi nombre es Mallory y soy un adicto al pasado.
Todo empezó varios meses atrás. Cuando mi presente se volvió una mierda. Y mi futuro…ni hablar de él, ¿acaso existía para mí? Vivir en el día a día era una pesadilla, hacía lo que no me gustaba, adquirí esta desgastante costumbre de compararme con los demás, me sentía (siento) insuficiente, pensaba que ya no les era importante a mis seres queridos, perdí todo el sentido de mi ser, de mi existencia. Perdí mi confianza, mis sonrisas, mi pasión, mi amor, mi tranquilidad.
Claramente, el mundo estaba mejor sin mí.
Yo dejé de ser alguien. Me convertí en este vacío que se sometía a un interminable pozo en vísperas de oscuridad. Centímetro a centímetro, los días me iban empujando cada vez más, como si quisieran ahogarme. Y yo no luché, ¿para qué hacerlo? Todo había cambiado, todo lo que conocía había cambiado. Y sé que siempre estamos rodeados de cambios, que eso es de lo que trata la vida. Y que una santa mierda de que los cambios nos ayudan a crecer.
Pero, ¿por qué a mí? ¿Por qué ahora? es lo que más me preguntaba. Estaba perfectamente bien. Digo, mi vida no era perfecta, tenía errores, tenía altibajos, pero era feliz con ella. Y un día, el universo simplemente decidió quitarme eso. ¿Para crecer? ¿Para tener algo mejor?
Entonces, mientras las cosas cambiaban y yo no podía hacer nada al respecto, empecé a acumular cosas; tierra que comenzó a llenar el pozo, enterrándome ahí dentro. Así que ahora era un vacío olvidado, un vacío inservible que no luchaba por encontrar una salida. Ya nada valía la pena porque el mundo era un mejor lugar sin mí. Nadie quiere a las estrellas que se apagaron, a las flores que se marchitaron, a una existencia que no se ama a sí misma.
En ese momento, yo hice lo mejor que pude para sobrevivir, para atarme a algo que me mantuviera en este lugar. Me aferré al pasado. Me aferré a esos recuerdos felices, a la gloria, a las risas, al amor, a los besos. Me aferré a lo que era antes. Miraba hacia atrás, añorando todo lo que solía tener, todo lo que solía ser. Así, siempre que un atisbo de realidad amenazara con golpearme, me escabullía para tener una buena dosis del pasado. Lo inhalaba, lo ingería, me lo inyectaba, lo convertía en cristal.
Pero había algo que no sabía, mientras más adicto me volvía, más me hacía daño. Pensar en las cosas que fueron, en las cosas que ya no serán jamás, me lastimaba. Quizá aún más que la misma tierra acumulada. Querer vivir en el pasado es…destructivo. Al final terminas convirtiéndote en ceniza. Para cuando caí en la cuenta de los hechos, mi adicción me superaba. No podía dejarla, regresaba a consumir lo mismo una y otra vez. Era un ciclo interminable.
Fue lo que acabó conmigo. Y en algún punto, simplemente te cansas de llorar. De existir, pero no vivir.
Y por esa misma razón estoy hoy aquí frente a ustedes. Porque quiero superar esta adicción. Porque quiero soltar el pasado, quiero dejar de ser su prisionero. Quiero dejar ir lo que ya sucedió, y enfocar toda esa energía en algo bueno para mí. Ya no quiero concentrarme en los por qué. Quiero avanzar.
Y, si ahora soy un vacío, entonces quizá pueda llenarme de cosas buenas. Ya no más de tierra.
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