La ansiedad y el cansancio me angustian. Siendo sincero, ese es el precio por cometer un acto de vida o muerte, cuyo objetivo me amenaza con insomnios recurrentes. Si, aquél objetivo. Su vileza no escucha mis suplicas y su amparo se cubre con vendas. La lucha entre seres desiguales será siempre desigual, y uno da batalla por honor más que por victoria.
Mi oponente (aún sospecho que lo sea) es mi ventana, la que da al patio. Escribo esto porque dicen que la combinación de ideas crea ideas mas grandes, y tal vez la mejor forma de batallarle a mi ventana sea con palabras…
Declaro que todas las noches, antes de irme a dormir, los fantasmales brazos de mi ventana cuyo nombre es ahora Kafkita, me arrastran hacia ella. Soy plenamente consciente de su alma efectiva, y al acercarme a ella me veo obligado a contemplarla durante largos lapsos. No solo sus brazos me arriman hacia ella, sino que su mente se apodera de la mía, obligándome a abrirla o cerrarla levemente, a observar sus bordes metálicos y a comprobar de que estos no se pegan a los marcos de madera.
Sospecho que no quiere que la cierre, pues cuando entro a mi habitación para el sueño y observo que Kafkita está cerrada, no puedo irme a dormir sin abrirla y repetir varias veces los pasos mencionados, hasta que no me quepa la menor duda de que puede fluir el aire del exterior hacia mi habitación. Pienso que tal vez sus fantasmales fosas nasales se encuentran dentro y que necesita una cantidad abundante de aire para respirar. La ansiedad me consume cuando Kafkita no está abierta, aunque creo ya lo dije. Me provoca cierta lástima, como si necesitara de alguien más, pero aquello se mezcla con esa ambigua hostilidad que le tengo, ya que después de comprobar que está abierta, ese repetitivo accionar me cansa profundamente, como si su voluntad debiese ser cumplida con la energía de otro ser.
Siento que al final no es tan malo, pues el cansancio resultante me ayuda a dormir. Tal vez deba conciliarme con su voluntad, tal vez su determinación me salve de batallas mas hostiles. Tal vez su llamado por las noches sea solo mi llamado. No lo sé. Solo se que estoy cansado, y que estas letras me tranquilizaron. Que descanses, Kafkita.
OPINIONES Y COMENTARIOS