Sabes a dulce de coco,
cuando la mezcla está caliente,
antes de ponerse espesa,
antes de ser expuesta.

Combinación de caña de azúcar y miel son tus labios,
dulces por todos lados,
pero indescifrable caramelo
que termina siendo ácido exquisito en los míos.

Tu caminar es erótico,
disparejo,
confuso vaivén de movimientos
jugando con las gotas de sudor
que se deslizan en tu cuerpo,
provocando el sabor salado de tu piel.

No me mires con ojos encantadores,
porque lo que me está seduciendo no es tu sonrisa,
sino tu aroma,
bañada por el mar y las algas
que rozaron tu piel,
en aquel baño desesperado
por arrancar de sí
las inevitables miradas hacia tu ser.

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