Apareces en mis sueños para recordarme que sigues presente en mi vida.

Mientras yo en la realidad, un poco rota, conecto con la mujer elemento que me enseñaste a ser.

Me rodeo de lo natural, buscando vibrar en armonía con el universo.

Cuando me siento inestable, el simple acto de contemplar la belleza que me rodea relaja mi alma y me brinda paz.

Y en esos momentos de necesidad, cuando anhelo un abrazo, me dirijo a ese lugar sagrado que me envuelve entre brisas suaves, aguas tranquilas y sonidos naturales que acarician mis sentidos.

En ese refugio, donde apareciste en mis sueños, comprendiendo cada rincón de mi ser.

Me abrazaste con una fuerza reconfortante, acompañando mis lágrimas y susurrándome que todo iba a estar bien.

Me mostraste que estabas presente en los pequeños detalles, en cada instante de contemplación, y en esas piedras que parecen en forma de corazones, que encuentro en mi camino.

Nos encontramos en dos planos diferentes; quizás no pueda verte físicamente, pero las señales de tu presencia se manifiestan a mi alrededor, recordándome que nunca estoy sola.

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