Demasiadas son las figuras, que tanto en nuestra alocada actualidad, como en el pasado, han padecido, y padecen, la peligrosa enfermedad que a ojos vistas, asola el cuerpo y alma de muchos de ellos.
El cáncer del éxito.
Numerosos estudios, han tenido la amplia posibilidad de poder estudiar a fondo sus diversas patologías, a causa del sin fin de diagnósticos y casos con los que podemos alzar nuestras manos para señalar.
Finalmente, y no sin esfuerzos, se han conseguido sesgar, la gran parte de ellos.
Habremos de comenzar pues, por los síntomas físicos. Son variopintos.
Podemos apreciar claramente, la presencia superior, de altas dosis de cirugía estética mal ejecutada, presa todo ello, por supuesto, de la necesidad de competir por los rasgos áureos de la belleza, que de forma inequívoca, actualmente se consideran de tal grado de atención.
También podemos apreciar de un modo claro, la presencia de la aristocracia largos años extinta, oculta ahora entre ellos.
Prendas demasiado engalanadas, de alto coste, vivo color, perfumes elegantes e igualmente inaccesibles para la mayoría de los mortales, pelucas, sonrisas postizas y pieles artificiales. Todo ello sumado por supuesto, a una dieta únicamente compuesta por exóticas y únicas viandas, no palpables por el resto de los seres humanos, servidas como no, entre diamantes, plata y oro.
A estas alturas, ya podemos diagnosticar sin temor a equivocarnos, que el cáncer, se halla largamente extendido.
Las células, no han sabido ejecutar correctamente su trabajo apoptósico. Una pena.
No obstante, aún, no nos hemos adentrado a explorar, el surtido y variado efecto, que tal enfermedad, ejerce sobre las neuronas compositivas del cerebro.
Esa parte, aún si cabe, dispone de peores síntomas y muy poca solución.
Egocentrismo, soberbia y deshumanización exacerbados, sumado todo ello a ese síndrome de la aristocracia anteriormente mencionado.
Se comienzan a cometer locuras, todo tipo de actos estrafalarios, delictivos, y de todo modo censurables por completo.
Bien, aquí queda presentado, todo a cuánto podemos referirnos a grandes rasgos, acerca de la extensión y desarrollo de este cáncer.
Pero aún, no nos hemos adentrado en la metástasis.
Sin duda alguna, esta etapa, podemos considerarla como la peor, pues no hay escrito herrumbroso u oscuro, que pueda acercársele.
Todo comienza, en un corrompido deterioro de la realidad existente. Nada comienza a parecer suficiente, nunca se está del todo bien con uno mismo.
La ropa ya no destaca de ese modo notorio, el sabor se pudre entre sus dientes, amasado en sus lenguas, de aquellos manjares servidos entre plata y oro, pero sobre todo, hay un síntoma que destaca de un modo egoísta, sobre todo los demás.
Comienzan a tener serias alucinaciones.
Voces, sombras, susurros aislados, que comienzan a entonar tétricos cantos acerca de la soledad, el temor al envejecimiento, el frío y la amargura, el no comprender el verdadero sentido de la existencia, y un largo sinfín de ellos, que habría que estudiar particularmente en cada uno de los casos.
Pero si algún individuo que usted pueda conocer, se halla de todo modo en esta fase, dele ya por perdido.
Pues ya muy pronto va a fallecer.
Pues ya su alma, ha fallecido.
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