Un día dejé de pelear contra lo inevitable. 

Lo que duele, que duela; lo que quiera nacer, que nazca; y lo que tenga que ser, que sea.

La vida no es un campo de batalla constante, a veces es aceptar la tormenta y aprender a caminar bajo la lluvia sin perderte a ti mismo.

Deje de pelear contra viento y marea con esta enfermedad, que me domina y me hace sentir lo inevitable.

Batallar contigo mismo es duro, pero más duro es no sentir y dejar hundirte en la miseria de tu mente.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS