Sé que no te escribo mucho, y que me gustaría escribirte más, pero ya sabes: la vida, la universidad, quedar con la gente, en fin, ese tipo de cosas. Sin embargo, el otro día me pasó algo surrealista. Estaba con las paralelas y la mini barra fija cuando de pronto, noté que habían dos objetos raros en la habitación. Tenían una forma como de parallettes, pero no terminaban de parecerse a unas, eran de color marrón claro como madera de abedul recién cortada, parecían un par de animales que se movían lentamente por la habitación. No sé por qué, pero decidí ignorarlos y continuar con lo que me tocaba ese día.

Al día siguiente, también me los encontré por el suelo en la misma habitación. Pensé que quizá esto era como The Raven de Poe, pero me dije a mí mismo que la vida real no se parece a la literatura. No obstante, se me ocurrió que quizá sería divertido probar:

— Lenore — exclamé. Ellos no respondieron.

— ¡Estoy hablando — grité. ¿Por qué no dicen nada?

Más silencio. “Un silencio invadió todas las casas de Italia…” No. Eso es de otro autor.

Seguí con lo mío. Cuidaba cada detalle de la técnica. El móvil no paraba de sonar. A veces me tenía que desconcentrar para cerrar las cortinas. Cada detalle. Tocan el timbre. Cada detalle. Cada detalle hasta que finalmente..

— Mala forma —fue lo único que dijeron.

Se me cayó el alma al suelo. No, que va, eso es muy cliché: simplemente seguí con lo que tenía planificado. Cuidando, obviamente, cada detalle.

Ahora que lo pienso ha pasado un rato desde la última vez que vi a las parallettes. Me he planteado un par de cosas, pero no conseguía tener claridad en mi mente. Hasta que por fin lo vi: un violín.

Not quite my tempo, bro. Bueno, quizá solo sea mi imaginación. No quiero robarte más tiempo, así que, como dijo don Viruta, esta historia ha terminado hijos de…

Puntúalo

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