{LA RULETA RUSA EMOCIONAL } (2) OCRE.

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MARINA VERGEL

15/01/2025

Estaba terminando de pintar mi cuadro. Estaba precioso. Realmente nostálgico, con esos tonos de matices cobrizos, viejos. Incluso diría que ligeramente oxidados.

Pero eso era lo que le daba su maravillosa magia antigua. Y por eso lo adoraba, porque guardaba todo dentro, en su interior.

Como yo.

Una preciosa caja enriquecida con una serie de matices en un color naranja ahumado, y con una rosa morada en su interior.

Un cuadro que hablaba del corazón.

Mi corazón.

Era perfecto.

Hasta que la puerta del apartamento se abrió de golpe. Ya había vuelto.

Demasiado pronto para mí gusto. Pablo. Mi novio.

Últimamente, no estábamos demasiado bien, pero bueno, íbamos sobreviviendo como pareja…de momento.

Hice el intento de levantarme del taburete para ir a saludarle, pero me quedé clavada en el sitio.

Horrorizada.

Tenía el rostro, completamente magullado. Destrozado.

A golpes.

-Hijo de perra…esta me la vas a pagar, pedazo de cabrón…

Estaba hablando solo. Como en muchas otras ocasiones.

Por Dios, no…otra vez no, por favor.

Opté por la opción más agradable y segura para mí en aquél momento.

Me levanté, y cerré la puerta con el cerrojo.

No sabía si estaba borracho, o drogado, o vete a saber.

No sería la primera vez. Y no quería volver a tener que soportar nada como eso…nada como aquello.

Nunca más.

No me importaban sus disculpas, no le había perdonado aún por ello. A decir verdad, no creo que pudiese perdonárselo jamás , pero después de aquella noche, (de la que daría lo que fuese por sacar de mi recuerdo), se había esforzado mucho para que lo nuestro volviese a funcionar.

Había sido todo un caballero, y había cuidado de un modo muy tierno de mí.

Hasta hoy. Hoy, era la primera vez, que volvía a salir.

Hoy, había sido la primera vez, que habíamos intentado volver a hacer el amor después de…

Cerré los ojos con fuerza. Se me había caído el pincel.

«Cuánto lo siento, Pablo, no he podido…no he podido hacerlo».

Había tratado de disculparme con él, desnuda, sobre la cama, envuelta con pudor entre las sábanas, pero no me escuchó.

Se había vestido con el rostro completamente rojo, y se había ido.

Me acaricié el rostro, para tratar de secarme las lágrimas.

No sabía cómo abordar la situación. No encontraba el modo.

Y ahora mismo, me sentía sola, indefensa.

Muy poquita cosa en realidad ..

Apagué la luz, y me puse el pijama a oscuras, envolviéndome con pena entre las sábanas.

Sabía bien que esta noche, dormiría sola.

Pero no me importaba.

Prefería eso, a tener que soportarle de nuevo, en el estado en el que se encontraba.

Marina Vergel 🖤

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