La abuela en la ventana

La abuela en la ventana

Alicia Osipovich

15/01/2025

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Una tarde vino mucha gente a mi casa. Había grupitos de adultos en el comedor grande, en la vereda al lado de la puerta de calle, en la cocina unas señoras sentadas a la mesa del comedor diario rodeando a mi mamá, que lloraba.

Nunca había visto llorar a mi mamá. Me asusté y lloré también. A las señoras les pareció adorable. Mi mamá dejó de llorar y sonrió, así que me quedé muy satisfecha por haber solucionado todo.

No fuimos más al geriátrico de la calle Belaustegui porque me dijeron que mi abuela ya no estaba más. Bueno. Si no estaba más ahí, la visitaríamos en otro lugar.

Un martes me mandaron a comprar el pan. Un cuarto kilo de miñones. Hacía frío, yo tenía puesta la camperita rosa. En una ventana, entre dos cortinas blancas, vi a mi abuela mirando hacia la calle. La saludé, pero no me vio. Yo no tenía permiso de cruzar sola la calle.

Le dije a mi mamá; no sé si ese mismo día u otro. Que yo la veía a mi abuela. Mi mamá me empezó a decir que no, que estaba equivocada, que mi abuela se había ido a otra parte; un montón de tonterías. Le dije que no; que estaba ahí, que viniera a ver. No quiso. Mi papá tampoco. Si la querían tanto, ¿por qué no venian a verla? A lo mejor hasta me podían cruzar la calle y entrábamos a la casa y la podíamos abrazar y todo.

Otro día veníamos de la verdulería y le dije a mi mamá que era en esa ventana; pero justo estaba cerrada y no la pudo ver.

A la tarde me llevó mi hermana a la casa de mi amiga de la vuelta, y ahí, enfrente, estaba la abuelita en la ventana. La saludé con la mano, pero ella, siempre corta de vista, no me contestó.

Mi hermana preguntó a quién saludaba. Le dije que era la abuela, Ella miró, abrió la boca, la cerró y apretó los labios. Después dijo: “No es. Es otra señora parecida”. Me agarró más fuerte y seguimos caminando. La mano le temblaba un poco.

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