«Cinzas e diamantes de piedras filosofales, de enigmas y carismas, de grandes alquimistas.  Mas de amores ¡No hay caldero no hay hechizo, no hay conjuro, ni redoma ni remedio que lo logren inventar!»

Todos los días viajaba por el tren a mi trabajo, todos los días sin falta de lunes a viernes tomaba ese tren, siempre a la misma hora. ¿La razón? verte. Ese era mi único gusto, verte subir en el mismo vagón conmigo. Te me habías vuelto una obsesión una infantil obsesión que me hacia resistir el intenso día de trabajo, las prisas y la gente. 

Más yo, no existía en tu mundo, siempre tan alto, siempre tan en tu universo, que la gente como yo éramos solo partículas que te rodeábamos, pequeñas partículas que cobijan un tren cualquiera, en un mundo cualquiera, de una estación cualquiera. Ese día en particular, me había iría mal en el trabajo, las cosas se complicaron desde el inicio, el reloj de mi celular sonó tarde, tuve que tomar otro tren y tu ya te habías ido, para colmo mi jefe me llamo varias veces la atención por mi falta de interés en el llenado de los formatos. 

No había sido mi día, eso era seguro, y lo sería, lo supe cuando mire al cielo a la hora del almuerzo  y vi los nubarrones negros en la altura, llovería y para colmo no llevaba paraguas, «día de perros» así lo llaman, «día de perros» como si los perros tuvieran días tan intensos pensé. Después de mucho malestar emocional en mi trabajo, por fin la jornada llego a su fin. Sali desganado, el suelo mojado y las gotas escurriéndose por todas partes. 

Mojado y con los zapatos lodosos camine hacia la estación del metro, no sin antes dos que tres autos me completaran de empapar. Sin lograr llegar a la estación del tren me resguarde en un pequeño negocio de comida china. Trate de secarme con mi suéter delgado y después de recobrar el aliento por el pésimo día me detuve a mirar el lugar, una puerta de pequeñas ventanitas alumbradas por farolas rojas con letras chinas y esa clásica figurilla de un gato meneando su mano. 

Sin prestar mucha atención a la barra con platillos que ahí se mostraba, decidí entrar a comer algo sencillo, esperando que el agua mermara un poco. Mire por unos segundo la estantería de platillos, pero mis atención se desvió a un pequeño  volante que se encontraba en aquel mostrador y que decía lo siguiente:  

MADAME SULEIMAN.

Lectura de cartas de tarot, trabajos de alquimia, limpia del karma, amuletos de fortuna… interesados llamar al 553455256. 

Mi distracción fue interrumpida por una dama de aspecto oriental, «Que va a llevar» me dijo. 

-Dos rollitos primavera para llevar por favor-

Muy amablemente ella los puso en una bolsa de papel, pague y tome uno de aquellos volantes. Y me dirigí al metro, para aquel entonces el agua ya había mermado y pude llegar con mayor tranquilidad a mi pequeño departamento, después de cenar y bañarme me quede pensando en ti. 

Llevaba mucho tiempo viéndote pasar, admirando tu forma de ser e imaginando como seria vivir contigo, eras por asi decirlo un imaginario fantasioso y desequilibrado. O tal vez solo un deseo impulsivo y enfermo. Entonces recordé aquel volante, sin más que hacer decidí llamar, después de varios intentos infructuoso me contesto una maquina contestadora. La cual me dio una dirección. 

Tomando apresuradamente, la bolsa de papel en donde me habían dado los rollos primavera, escribí la dirección de la contestadora y deje el papel en la mesa, lo cierto es que no creía mucho en esas cosas de médiums, videntes y adivinos. Pero había algo que llamaba mi atención y que involuntariamente lo relacionaba contigo. 

Paso la noche, y a la mañana siguiente era sábado, motivo por el cual no tenia que ir a trabajar. Después de ocupar parte del día haciendo labores domésticos, me restaba la tarde, así que decidí  volver a llamar al numero del volante, pero esta vez la ya nadie me contesto, intrigado tome mi saco, las llaves del departamento y la dirección que había anotado en aquella bolsa de papel y salí a buscar la dirección que me había dado la contestadora. 

Para llegar mas proto, tome un taxi, el cual me llevo a la dirección. Pero cual sería mi asombro, que la dirección era un pequeño parque, unos juegos para niños pequeños, algunas bancas de metal y varias arias verdes y una pista para correr y hacer ejercicio. Por un momento dude de bajarme del taxi, pero en fin ya estaba ahí y algo de paseo no me caería mal, después de todo ese tipo de anuncios siempre resultan engañosos. 

Así que decidí bajar del taxi y recorrer aquel parque, después de caminar por algunos minutos, mire una banca algo agradable y me senté a contemplar los juegos. Entonces sucedió, te vi, llevabas a tu perro con una hermosa correa de color rosado, no lo podía creer, estabas ahí. Una inmensa felicidad invadió mi alma, «era magia, alquimia, destino o brujería» no se que era, entonces por primera vez después de dos años mirándote tan solo pasar junto a mi, por fin tus ojos se cursaron con los míos y los hilos del destinos nos amarraron como cadenas en esa peculiar y particular mirada sellamos nuestro destino, nuestro futuro y nuestro porvenir. 

Y vi en tus ojos, todo nuestro futuro, todo nuestro universo y nuestra destrucción, y por un instante de salvación pude desistir, pero no lo hice, así y sin parpadear el impulso de hablarte fue incontenible y en esas palabras firme mi eterno contrato de perdición. 

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS