La conocí un verano, un verano de hojas marrones,
sus pasos tímidos, su mirada diletante,
sus labios de olivo y su sentir grisáceo.
Niña lastimada por el mundo,
Niña de ojos oscuros y profundos,
Niña pequeña con cicatrices en el alma.
Te ame desde la primer mirada,
Te ame desde el primer aliento,
Te ame desde el primer suspiro que levantaste en mi alma.
Y zurcí tus heridas con mis besos, puntada a puntada,
recobraste el aliento. Y tus ojos se volvieron arcoíris,
Y llenaste mi corazón de latidos cóncavos y convexos.
Y paso el tiempo, y vivimos juntos forjando nuestros sueños.
Y los hijos vinieron y con ellos la vida,
las alegrías y los juegos.
Y los vimos crecer, y los vimos partir.
Y nuestro amor siguió creciendo,
Y de aquellas cicatrices de tu dulce corazón
nada quedo.
Ahora somos ancianos, Ahora somos dos viejos enamorados
del amor, enamorados de este nuevo encuentro,
que forjamos entre los dos.
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