Dejarse el casco y el bate

Dejarse el casco y el bate

Pablo Bosque

09/01/2025

Ese chico era tan genial que todos en el arrabal le decían que era el súper héroe de los pobres con mostacho, su apodo era Luigi, lo que le impulsó a llamar Mario a su hijo. Es un niño cariñoso y tímido de siete años, bien sonriente como su padre. Juntos se les ve jugar en el parque al futbol, darle de comer a las palomas y tocar timbres en la avenida de vecinos conocidos, si Luigi pudo volverse más completo de lo que ya era, lo hizo cuando conoció a Mario y le tuvo en brazos por primera vez.

Hace un tiempo Luigi me comentó que Mario estaba teniendo problemas para dormir, que alguien le había metido la idea en la cabeza de que existían monstruos bajo las camas, o tal vez solo era porque tiene su propia habitación desde hace poco. Tuvo una solución algo particular, le puso el casco de la bici y le dio el pequeño bate con que rompen ventanas “sin querer” mientras juegan, entonces emprendieron la aventura con linterna en mano en exploración del suelo, no hallaron nada.

Lo particular está en la conversación bajo la cama, donde le dijo a Mario que él no creía en esas cosas porque ya había revisado muchas veces con su papá, cosa que era mentira porque Luigi era huérfano, pero una mentirijilla piadosa no está de más de vez en cuando. Por supuesto Mario no se quedaría conforme con esto, podían estarse escondiendo, pero ahí es donde estaba el truco, Luigi consiguió explicarle cosas complicadas aprovechando la situación, concluyendo: “…pero si esos monstruos existen, no creo que esté bien llamarlos así, seguro son personas que se fueron en un largo viaje, que nos extrañan y quieren tenernos cerca, cuidando de nuestros sueños, así que tendrías que dormir bien porque realmente están velando por ti”. Por supuesto luego tuvo que explicarle que era “velando”.

Como ya dije, esto no es reciente, el presente es que Luigi fue atropellado hace dos días. El velorio y entierro no son lugares para niños, se quedó en casa de una amiga, no sabemos que excusa habrá puesto ella, su mamá estaba tan devastada que no pudo hablar con él. Cuando regresó a casa, Mario quería estar solo en su cuarto, donde esperó la noche y olvidándose del casco y el bate, bajó al suelo y preguntó: “Papá, ¿estás ahí?”

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