El encuentro es esa chispa de colores que nos envuelve y nos transforma en vibraciones hermosas.
En los días de verano, esos momentos se generan en diferentes espacios, llenándonos de energía y disfrute.
Los encuentros junto al agua nos invitan a fluir y a jugar entre sus corrientes, que nos deslizan y refrescan. En esos instantes, la risa y la gracia del momento se hacen presentes.
El mate, siempre infaltable, aparece como un compañero mágico que nos ayuda a expresarnos, a filosofar y a reflexionar sobre las experiencias vividas.
A medida que el día se estira, observamos cómo el sol se oculta.
Siempre hay una copa, ya sea inesperada o planeada, que nos anima a seguir brindando «a los ojos», como diría una amiga. Porque cuando brindamos, hay que mirarse.
Estos encuentros son los que recargan el alma. A pesar de la gran velocidad de la vida cotidiana, es esencial que intentemos notar esos pequeños momentos y espacios que nos invitan a hacer una pausa.
Brillas de manera diferente cuando te enfocas en convertirte en tu versión más sana, feliz, tranquila y segura.
Por eso, disfruta de cada instante, ya sea en compañía de otros o en la soledad de tu bella alma, que siempre sabe lo que necesita para generar luz.
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