Que intensa es la llama del amor, ¿no creen? Ella es la única testigo de las palabras que interrumpe por un sentido desconcierto y fuera de testigos. De rojo viste, ocultando la túnica negra de despedida. Me conocí en el mar. Difuntos aquellos que pese al soplo de sus más sinceros intentos nunca consiguieron avivar una llama tan viva. Dichosos los ojos que cuando puestos en ella, los de ella para todos.
Sobre que traería razón una vida vacía de ilusuión e intriga, soy un naufrago en la oscuridad de un recuerdo, con un lugar de procedencia, pero siendo preso de una marea que de entre todas sus posibilidades prefiere jugar con mi paciencia. Anhelo su firmeza, la estabilidad de aquella tierra donde provengo, mi realidad es otra, las estrellas las veo solo, a expensas de todo y con esperanzas de nada.
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